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Por Oscar “Patita” Barbieri y Joel Tornero
Sin lugar a dudas estamos viviendo un momento muy sensible en nuestra sociedad, simplemente se resume en unas pocas palabras: La plata no alcanza.
Desde hace dos años se han producido aumentos en todos los servicios básicos, luz, agua y gas, que ya a esta altura y sin riesgo de equivocarnos es indiscriminado e injustificado. Y por si fuera poco, todos estos aumentos impactan en el resto de los productos, sobre todo los de la canasta básica alimentaria, sumado a una inflación galopante que está lejos de bajar, que degrada aún más la situación social, con el consiguiente aumento de la inseguridad que se vive en las calles.
Según los datos del INDEC, en febrero una familia tipo, compuesta por dos adultos y dos menores, necesitó ingresos por $ 17.537,88 pesos para no caer debajo de la línea de pobreza, y $ 6.987,20 para comprar la cantidad mínima de alimentos y no caer en situación de indigencia. El valor actual del salario mínimo vital y móvil 2018 es de $9.500, y en julio de 2018 será de $10.000, fijado unilateralmente por el poder ejecutivo nacional. Por otro lado, en marzo la jubilación mínima pasó a $ 7.623, un triste 5,2% más por aplicación del nuevo régimen de actualización.
Los números son claros, una boleta de luz de $4000 y otra de gas de $3000 se lleva toda la jubilación mínima, y gran parte de un salario mínimo vital y móvil, que es el que la mayoría de los argentinos tiene mes a mes. En resumidas cuentas, al parecer la propuesta es elegir comer o calefaccionarse en invierno o en el caso de los jubilados comprar los medicamentos que les quitaron. De vivir dignamente nada.
Lo llamativo de esta situación son los argumentos dichos y repetidos hasta el hartazgo. Casualmente siempre que es a favor de las empresas, y por consiguiente en contra de la gente, nunca hay otro camino, lo presentan como único e inevitable. Tal es así que el presidente, esa persona que tomo la decisión de aumentar las tarifas diga, sin que se le inmute un solo pelo “Sé lo que cuesta un aumento en las tarifas, pero no hay otra forma”. Seguro él va todos los meses a hacer la fila en el banco junto con los jubilados a pagar la luz.
Las decisiones las toma quién conduce, para eso están, para eso fue votado, y por lo que debería bregar es en tomar decisiones a favor de las mayorías no solo a favor de los amigos empresarios, que basta que pidan más para que se les otorgue más, y listo. Para la gente, para el trabajador, que sigan haciendo esfuerzos.
Hablan de lo nefasto de los subsidios, pero nuevamente basta investigar para darse cuenta que las políticas de subsidio son moneda común en los países desarrollados como EEUU, Australia o el Reino Unido. A ninguno se le ocurriría pensar que esos países tienen subsidiada la energía por ingenuos, o por no saber nada de nada.
En resumidas cuentas la administración nacional aumenta las tarifas porque así lo ha decidido el Presidente y el costo lo paga el pueblo argentino, con sufrimiento y desesperación. Simplemente la plata no alcanza y quienes deberían tomar cartas en el asunto parecen no querer hacerlo, y por contrario piden más esfuerzo. La verdad no se nos ocurre que más esfuerzo pedirle a una persona que trabajó toda la vida y que pretende vivir una vejez en paz, tampoco a los padres y madres de familia que trabajan todo el día para brindar sustento a sus hijos. Si se nos ocurre que quienes tienen las responsabilidades institucionales otorgadas por el voto de la gente, podrían y deberían tomar cartas en el asunto, hacerse cargo de la situación que generaron y trabajar con verdadero interés en el pueblo argentino para revertir el daño que están causando.
*Agrupación Alternativa Peronista
Tarifazo: Es Política no Economía
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