Que florezcan mil flores

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*Por Juan José Bahillo

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A Néstor Kirchner le gustaba repetir la frase “Que florezcan mil flores”, que seguramente él mismo había tomado del líder chino Mao Tse-tung. Néstor la decía para expresar su deseo de multiplicar la militancia, de alentar el compromiso político de los jóvenes y el surgimiento de nuevas corrientes en el justicialismo.

Siempre me gustó escucharla, porque sintetizaba su visión de una nueva política, basada en una construcción generosa, fecunda; esa política que él mismo -con su pasión y su acción, con su liderazgo- nos iba contagiando.

Hoy, el justicialismo entrerriano, ofrece a los ciudadanos no una sino varias candidaturas a gobernador de dirigentes de probada experiencia en la gestión. Cada uno de nosotros quiere ser protagonista en el próximo gobierno. Y eso es positivo, ya que no sólo supone una voluntad de superación de nuestras metas personales, sino sobre todo, que estamos dispuestos a asumir un compromiso mayor con los entrerrianos. Pero también, todos entendemos que, antes que nuestras legítimas ambiciones, está el proyecto de político y el modelo de país del que Entre Ríos forma parte, porque nadie individualmente es más importante que el conjunto.

Y convivimos en la arena política con respeto y sensatez, porque ésa es la forma de construcción que Sergio Urribarri –nuestro gobernador y referente político-ha sabido consolidar en Entre Ríos. Como todo buen líder, ha sido generoso en sus acciones, ha sabido armar equipos, guiarlos, alentarlos, compartir su visión, sus sueños. Y esto hizo posible que todos podamos trabajar en confianza y crecer políticamente.

Atrás quedaron más de 20 años de liderazgos basados en valores absolutamente distintos, con miradas cortoplacistas y actitudes mezquinas; la política de la cizaña, que imaginaba siempre teorías conspirativas y tomaba decisiones que limitaban el crecimiento de sus dirigentes, de nuevos cuadros y desalentaban la militancia.

Probablemente, una contracara de esta realidad sea el anacronismo vigente en las acciones y decisiones de los dirigentes de la oposición, que se juntan mirando sólo la aritmética de los votos sin un programa de gobierno, sin debates previos y tomando decisiones de espaldas a su gente. Al menos eso sucedió en Gualeguaychú, cuando tuvieron que salir del teatro por una puerta de emergencia, para que los militantes radicales no los insultaran ni golpearan, un comienzo poco auspicioso para esa sociedad partidaria.

La política de hoy exige dirigentes capaces de dialogar con respeto, de escuchar y de construir sumando, en equipo. Hay que saber apreciar los errores que se cometieron para aprender y corregirlos para seguir adelante. Y hay que valorar lo que se hizo bien para superarlo y aprender.

En definitiva, esta también es una meta lograda del justicialismo entrerriano. Una meta que le hace bien a la política, a la democracia dentro de los partidos y a la de toda la sociedad. Como dijo Mao y dijo Néstor, que florezcan… mil flores.

* Intendente de Gualeguaychú y precandidato a gobernador de Entre Ríos por el FPV