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*Por Hugo Pais

Sabemos que al plantear esta cuestión, tocamos un tema difícil, que genera sin lugar a dudas polémica, puesto que pueden responderlo desde el sentido y valor de la libertad, pero se denota que muchas veces, los padres se escudan tras ella, están ausentes – presente, diciendo yo le dejo “libertad a mis hijo”, “los dejo elegir”, “ellos deciden”. De hecho optar, decidir, son actos importantes que contribuyen a la autonomía de cada ser, ahora bien, caben sin lugar a dudas algunas consideraciones, en tornos de hechos que desnaturalizan el sentido profundo de la responsabilidad, el deber, el respeto, y por sobre todo de la unidad, que a nuestro criterio se construye desde el diálogo sincero padres – hijos.
¿Que nos está pasando?, de hecho que vivimos tiempos críticos, donde los adultos con nuestros actos, decisiones y ausencias o supuestas presencias, ponemos en crisis una escala de valores, hasta ayer estable supuestamente. Se ha perdido la educación desde la casa, en valores y virtudes. De allí quizás estas acciones, que por irresponsabilidad adolescente, fantasías y aventuras, son las rateada virtuales que se vienen sucediendo. Hay que tomar conciencia del valor e importancia de los avances científicos y tecnológicos, pero en la medida que contribuyen al bien, la verdad y la vida, no dejar manipular a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, es deber de los adultos moralmente conscientes de su responsabilidad presente.
Creemos que cuando hablamos de la unidad en la familia, y – en o con – la escuela, estamos aseverando una visión compartida, una esperanza anhelada, un fin altruista, una causa para el bien común. La pregunta, ¿donde está el fin noble en una decisión donde los primeros perjudicados son los propios adolescentes? De allí, la pregunta de ¿dónde están los padres? Consideramos la unidad de la familia, basada en el diálogo y el respeto hacen posible la determinación acertada, y el compromiso tanto como cooperación que entusiasma a facilitar la tarea de la escuela y los docentes.
De hecho, hay ausencias de padres, falta de diálogo y de encuentros sinceros, que permitan conocer que piensan los hijos, que desean, y por ende ayudarle a dirimir el camino más acertado. Los valores éticos, están sin lugar a dudas en crisis, se ven caerse ante el dinero, el éxito, el placer, que se nos presentan como fines en sí, que se admiten la utilización de cualquier medio para llegar a ellos. Estamos convencidos, que el respeto y la responsabilidad son cuestiones básales a la hora de actuar frente a actos de “rateadas masivas de los adolescentes”. Si respetamos, reconocemos al otro, como un ser único, consideramos el esfuerzo del otro y lo valoramos, contemplamos la esperanza de nuestros mayores y no la destruimos.
Es preciso decir que en la vida la responsabilidad personal proviene de muchas fuentes previsibles e imprevisibles, e implica asociarse y participar, comprometerse y cooperar. La responsabilidad requiere de la justicia, la humanidad y el respeto por los derechos de todos los seres humanos. Ello conlleva prestar atención especial para asegurar el beneficio de todos sin discriminación. Sea propio reflexionar, ¿cuál es el beneficio en abandonar la tarea propia, el deber cotidiano? La responsabilidad no es una carga, sino que cuando se la practica, se muestra la perseverancia, la motivación en el cumplimiento del deber, la conciencia de ser instrumento facilitador, la satisfacción de hacer una contribución significativa
Ser responsable, es asumir una actitud de humildad, para superar obstáculos, es ir gradual y paulatinamente madurando la propia identidad. Una persona que es responsable, cumple con el deber al que se comprometió y permanece fiel a su objetivo. Vemos que hoy, el sacrificio, el esfuerzo, para alcanzar lo que se desea, no son notas distintivas. Creemos que la familia tiene responsabilidad indelegable en la formación moral de sus hijos, en término de cumplimiento de las expectativas educativas particularmente, y que la escuela debe despertar los sueños que cultiven la solidaridad, la esperanza, el deseo de aprender y transformar el mundo, por el camino del bien.
Papá y Mamá, es hora de ponernos cerca de los hijos, acompañarlos y dialogar, ver que piensan, ver su real compromiso con la educación y la escuela, ponerse al lado de los educadores y no en su contra, es hora de asumir la realidad de la crisis de valores que los adultos estamos trasvasando irresponsablemente, triste será lamentar luego nuestras ausencias.
*Docente e Investigador UCSF
¿Papá,…Mamá…dónde están?
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*Por Hugo Pais
Sabemos que al plantear esta cuestión, tocamos un tema difícil, que genera sin lugar a dudas polémica, puesto que pueden responderlo desde el sentido y valor de la libertad, pero se denota que muchas veces, los padres se escudan tras ella, están ausentes – presente, diciendo yo le dejo “libertad a mis hijo”, “los dejo elegir”, “ellos deciden”. De hecho optar, decidir, son actos importantes que contribuyen a la autonomía de cada ser, ahora bien, caben sin lugar a dudas algunas consideraciones, en tornos de hechos que desnaturalizan el sentido profundo de la responsabilidad, el deber, el respeto, y por sobre todo de la unidad, que a nuestro criterio se construye desde el diálogo sincero padres – hijos.
¿Que nos está pasando?, de hecho que vivimos tiempos críticos, donde los adultos con nuestros actos, decisiones y ausencias o supuestas presencias, ponemos en crisis una escala de valores, hasta ayer estable supuestamente. Se ha perdido la educación desde la casa, en valores y virtudes. De allí quizás estas acciones, que por irresponsabilidad adolescente, fantasías y aventuras, son las rateada virtuales que se vienen sucediendo. Hay que tomar conciencia del valor e importancia de los avances científicos y tecnológicos, pero en la medida que contribuyen al bien, la verdad y la vida, no dejar manipular a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, es deber de los adultos moralmente conscientes de su responsabilidad presente.
Creemos que cuando hablamos de la unidad en la familia, y – en o con – la escuela, estamos aseverando una visión compartida, una esperanza anhelada, un fin altruista, una causa para el bien común. La pregunta, ¿donde está el fin noble en una decisión donde los primeros perjudicados son los propios adolescentes? De allí, la pregunta de ¿dónde están los padres? Consideramos la unidad de la familia, basada en el diálogo y el respeto hacen posible la determinación acertada, y el compromiso tanto como cooperación que entusiasma a facilitar la tarea de la escuela y los docentes.
De hecho, hay ausencias de padres, falta de diálogo y de encuentros sinceros, que permitan conocer que piensan los hijos, que desean, y por ende ayudarle a dirimir el camino más acertado. Los valores éticos, están sin lugar a dudas en crisis, se ven caerse ante el dinero, el éxito, el placer, que se nos presentan como fines en sí, que se admiten la utilización de cualquier medio para llegar a ellos. Estamos convencidos, que el respeto y la responsabilidad son cuestiones básales a la hora de actuar frente a actos de “rateadas masivas de los adolescentes”. Si respetamos, reconocemos al otro, como un ser único, consideramos el esfuerzo del otro y lo valoramos, contemplamos la esperanza de nuestros mayores y no la destruimos.
Es preciso decir que en la vida la responsabilidad personal proviene de muchas fuentes previsibles e imprevisibles, e implica asociarse y participar, comprometerse y cooperar. La responsabilidad requiere de la justicia, la humanidad y el respeto por los derechos de todos los seres humanos. Ello conlleva prestar atención especial para asegurar el beneficio de todos sin discriminación. Sea propio reflexionar, ¿cuál es el beneficio en abandonar la tarea propia, el deber cotidiano? La responsabilidad no es una carga, sino que cuando se la practica, se muestra la perseverancia, la motivación en el cumplimiento del deber, la conciencia de ser instrumento facilitador, la satisfacción de hacer una contribución significativa
Ser responsable, es asumir una actitud de humildad, para superar obstáculos, es ir gradual y paulatinamente madurando la propia identidad. Una persona que es responsable, cumple con el deber al que se comprometió y permanece fiel a su objetivo. Vemos que hoy, el sacrificio, el esfuerzo, para alcanzar lo que se desea, no son notas distintivas. Creemos que la familia tiene responsabilidad indelegable en la formación moral de sus hijos, en término de cumplimiento de las expectativas educativas particularmente, y que la escuela debe despertar los sueños que cultiven la solidaridad, la esperanza, el deseo de aprender y transformar el mundo, por el camino del bien.
Papá y Mamá, es hora de ponernos cerca de los hijos, acompañarlos y dialogar, ver que piensan, ver su real compromiso con la educación y la escuela, ponerse al lado de los educadores y no en su contra, es hora de asumir la realidad de la crisis de valores que los adultos estamos trasvasando irresponsablemente, triste será lamentar luego nuestras ausencias.
*Docente e Investigador UCSF