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La expresión corresponde a la madre de Margarita Gallego, quien era la esposa de “Mencho” Gil, que aun aguarda saber qué pasó con su familia. “Hay muchos indicios que dan a pensar que están enterrados”, dice.
Misteriosa desaparición de una familia.
Este domingo 12 de enero, se cumplieron dieciocho años de la desaparición de la familia Gil. Un misterio que traspasa cualquier hipótesis terrenal y que aún aguarda por verdad en un expediente judicial de la ciudad de Nogoyá.
El 12 de enero de 2002 fue la última vez que testigos vieron a Rubén “Mencho” Gil (56), a su esposa Margarita Gallego (26) y a sus cuatro hijos con edades de 3 a 12 años. Fue cuando concurrieron a un velorio a la ciudad de Viale, a partir de allí todo fue misterio, nadie más supo de la familia que residía en la estancia La Candelaria, propiedad de Alfonso Goette (fallecido), en donde trabajaban como puesteros, en el distrito Crucesitas Séptima, al norte del departamento Nogoyá.
Por las limitaciones en las comunicaciones que había en 2002, cuando todavía el celular no era algo habitual y mucho menos para la zona rural, la familia Gill no tenía un fluido contacto con sus familiares. Por eso la denuncia por desaparición tardó en hacerse y se perdieron tiempos vitales para la investigación.
En Nogoyá, la cara visible de la investigación y símbolo de lucha por la verdad es la madre de Margarita. María Delia Gallego hoy tiene 63 años y al cumplir sus 45 años la incertidumbre, la impotencia, el misterio y el dolor se adueñaron de sus días. Ha pasado la tercera parte de su vida buscando la verdad, “sin importar el resultado, pero quiero saber donde están mi hija, mi yerno y mis nietos”, afirma con cierta resignación.
María Delia habló sobre la causa judicial que busca a su hija y nietos, recordó como era su relación con ellos y gira su relato sobre una sola hipótesis: “con el tiempo que ha pasado, con tanta tecnología dando vueltas que pudiera haber localizado a algún integrante de la familia, hoy creo que ellos están muertos, si no, no hay otra explicación”, menciona.
La causa está en investigación, pero luego del decepcionante resultado de las excavaciones realizadas en agosto y septiembre del año pasado, fundadas en la tardía declaración de un testigo que afirmó que Alfonso Goette realizó la excavación de fosas en su campo, todo comenzó a frenarse. “Lamentablemente no hubo resultados de nada, estábamos ilusionados, no logramos sacar nada de la costa del arroyo”, menciona Delia.
En busca de testimonios
Al ser consultada sobre la actualidad de la causa, cuenta que continúa buscando testimonios. “Hace diez días visité vecinos de la estancia, viajamos a Concepción del Uruguay también para entrevistarnos con ex funcionarios policiales de Nogoyá, para ver que hipótesis también se manejaban en ese tiempo cuando se denunció la desaparición”, aclarando Delia que todas esas investigaciones y entrevistas, son informales, no revisten carácter de testigos en la causa, pero en caso de surgir un dato de interés se convocará a esas personas a prestar testimonio.
María Delia Gallego, a pesar de la resignación que sufre, se muestra agradecida con el juez Gustavo Acosta, “es un hombre que se ha movido mucho por la causa, el tiene un dato y sale detrás de esa información y se saca la duda, no deja pasar nada, nos sentimos muy acompañadas”, señaló. Hoy la madre de Margarita no está sola, habla en plural, es que con el pasar del tiempo, sus hijos han crecido y la acompañan en el transcurrir de la causa a pesar de que muchos de ellos ni siquiera recuerdan a su hermana y primos.
“Todas las excavaciones y rastrillajes que se han hecho, fueron por el frente de la estancia, por detrás no se hizo nada, lo del arroyo, lo de los pozos y los allanamientos, corresponden a la parte de adelante, lo que es el campo en sí no se rastrilló aún”, lamenta Delia y reafirma su teoría: “si estuvieran vivos, tienen muchos medios como para comunicarse, por celular, por internet o como sea, pero ellos no aparecen de ninguna manera, ni en redes sociales ni en bases de datos de ningún organismo. Para mí, a ellos los mataron o los llevaron muy lejos, a lo mejor están enterrados ahí donde nos dijo el testigo. Hay muchos indicios que dan a pensar que están enterrados: el testimonio de Goette, que en su momento le mostró al testigo Armando Nanni dos fosas cavadas en la costa del arroyo Las Cuevas, donde en tono de broma Goette le dijo a Nanni que eran tumbas. Las veces que se realizaron rastrillajes y allanamientos también participaba Goette y en tono de burla me decía “tal vez estén aquí abajo y señalaba el suelo”.
La madre de Margarita recuerda haber rastrillado a pie el predio de la estancia La Candelaria, “caminamos por los campos aledaños e ingresamos a una chacra que era atravesada por el arroyo Las Tunas, en un sector hay una arboleda en La Candelaria donde hay al menos cinco pozos de agua en una tapera abandonada, pero solo hallaron una bolsa con pañales, lamenta.
Su relación con Goette
María Delia afirma que Alfonso Goette nunca cortó el contacto con ella y siempre se mostró atrevido y desafiante. Además de las provocaciones que le realizaba cuando se hacían los procedimientos en La Candelaria, se presentó hace unos cinco años en la casa de María Delia y le ofreció trabajo a otro hijo de ella que en ese momento tenía 17 años. “Se apareció como si nada, a ofrecerle trabajo, pero yo ni loca dejo ir a mi hijo con la persona que supuestamente hizo desaparecer a toda mi familia, siempre se mostró así Goette, siempre provocándome y pidiéndome que me quede quieta, que no mueva mas nada de la causa, que mi familia prometió volver. Que Osvaldo José, por ese entonces de nueve años, cuando se fue le prometió a Goette que al cumplir dieciséis años volvería a trabajar con él”, relata Delia.
Al consultarle si no tenía miedo, la abuela de los chicos Gil afirmó: “jamás le tuve miedo a Goette. Cuando recorríamos el corral de los chanchos el me preguntó “¿No estarán enterrados aquí? Y luego me decía, “quedate tranquila que yo los llevé”, pero jamás me dijo a donde, siempre se burló. Goette era un hombre complicado y sembraba miedo en sus peones, mi yerno y mi hija siempre le tuvieron miedo, mi yerno trabajaba de sol a sol porque él se lo ordenaba, a veces lo agarraba la noche en el campo, sembrando o cosechando”.
Delia asegura que faltan muchos eslabones protagonistas en esta historia, para ella hay más gente del lugar que debió denunciar la desaparición o al menos prestar testimonio cuando se supo que a su familia se la había tragado la tierra: “No puede ser que los únicos que hablaron en su momento fueron el gomero de la ciudad de Viale, Alfonso Goette y dos o tres personas más.
Nadie reclamó que los chicos no fueron a clases, que mi hija no se presentó a trabajar en el comedor de la misma escuela donde iban los chicos, de eso nadie habla. Decían que nadie podía hablar porque estaban amenazados, pero nadie declaró en la causa”.
Delia además de la verdad tiene otro objetivo: “me encantaría saber también, cuando todo llegue a su fin, por qué la gente bedava bonus que tenía que hacer algo en la causa no lo hizo, por qué dejaron pasar los tiempos y me tomaron por estúpida, por qué no se investigó en su primer momento como hoy se está investigando. Ahora la casa donde ellos vivían la están demoliendo, construyeron una casa nueva en el predio de la estancia y hubo gente que se animaba a aventurar que el pozo donde los enterraron estaría debajo de esa casa”, relata.
A pesar de estar cansada de recorrer pasillos de tribunales, de darse cuenta que por su poca formación, más de un magistrado abusó en su momento de tal situación e intentó desviar la causa o extender los tiempos, Delia no se da por vencida. Hoy está satisfecha por la labor del Juez de Transición Gustavo Acosta y de su abogado patrocinante Maximiliano Navarro. “A esta altura, para mi están muertos, pero quiero saber la verdad, saber donde están, que pasó, quién hizo lo que hizo, quiero darles sepultura y llevar una flor en las fechas que mi hija y mis nietos cumplen años, hoy no tengo nada de eso, todo es inseguro, quiero dejar de pensar en esto, porque esto no es vida”.
Extracción de sangre
Como noticia, la semana pasada se informó que el Equipo de Antropología Forense había realizado extracciones de sangre a familiares directos de Margarita y Rubén para cotejar con cuerpos no identificados. De esas extracciones también participó también Delia, asombrada, porque en septiembre del año 2002 concurrió al Hospital San Blas de Nogoyá para una extracción de sangre que sería cotejada con las manchas de sangre encontradas en la casa que habitaba su hija, su yerno y sus nietos. “A mí ya me realizaron la extracción en 2002 cuando todo era reciente, pero nunca me notificaron si esa comparación dio algún resultado; es más, al día de hoy ese análisis no forma parte del expediente, es como que con el tiempo fueron desapareciendo cosas, no entiendo que pasó, no entiendo por qué esa información hoy no está”, concluye María. (Fuente: Paralelo 32)
18 años sin los Gil:”Hoy creo que están muertos, si no, no hay otra explicación”
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La expresión corresponde a la madre de Margarita Gallego, quien era la esposa de “Mencho” Gil, que aun aguarda saber qué pasó con su familia. “Hay muchos indicios que dan a pensar que están enterrados”, dice.
Misteriosa desaparición de una familia.
Este domingo 12 de enero, se cumplieron dieciocho años de la desaparición de la familia Gil. Un misterio que traspasa cualquier hipótesis terrenal y que aún aguarda por verdad en un expediente judicial de la ciudad de Nogoyá.
El 12 de enero de 2002 fue la última vez que testigos vieron a Rubén “Mencho” Gil (56), a su esposa Margarita Gallego (26) y a sus cuatro hijos con edades de 3 a 12 años. Fue cuando concurrieron a un velorio a la ciudad de Viale, a partir de allí todo fue misterio, nadie más supo de la familia que residía en la estancia La Candelaria, propiedad de Alfonso Goette (fallecido), en donde trabajaban como puesteros, en el distrito Crucesitas Séptima, al norte del departamento Nogoyá.
Por las limitaciones en las comunicaciones que había en 2002, cuando todavía el celular no era algo habitual y mucho menos para la zona rural, la familia Gill no tenía un fluido contacto con sus familiares. Por eso la denuncia por desaparición tardó en hacerse y se perdieron tiempos vitales para la investigación.
En Nogoyá, la cara visible de la investigación y símbolo de lucha por la verdad es la madre de Margarita. María Delia Gallego hoy tiene 63 años y al cumplir sus 45 años la incertidumbre, la impotencia, el misterio y el dolor se adueñaron de sus días. Ha pasado la tercera parte de su vida buscando la verdad, “sin importar el resultado, pero quiero saber donde están mi hija, mi yerno y mis nietos”, afirma con cierta resignación.
María Delia habló sobre la causa judicial que busca a su hija y nietos, recordó como era su relación con ellos y gira su relato sobre una sola hipótesis: “con el tiempo que ha pasado, con tanta tecnología dando vueltas que pudiera haber localizado a algún integrante de la familia, hoy creo que ellos están muertos, si no, no hay otra explicación”, menciona.
La causa está en investigación, pero luego del decepcionante resultado de las excavaciones realizadas en agosto y septiembre del año pasado, fundadas en la tardía declaración de un testigo que afirmó que Alfonso Goette realizó la excavación de fosas en su campo, todo comenzó a frenarse. “Lamentablemente no hubo resultados de nada, estábamos ilusionados, no logramos sacar nada de la costa del arroyo”, menciona Delia.
En busca de testimonios
Al ser consultada sobre la actualidad de la causa, cuenta que continúa buscando testimonios. “Hace diez días visité vecinos de la estancia, viajamos a Concepción del Uruguay también para entrevistarnos con ex funcionarios policiales de Nogoyá, para ver que hipótesis también se manejaban en ese tiempo cuando se denunció la desaparición”, aclarando Delia que todas esas investigaciones y entrevistas, son informales, no revisten carácter de testigos en la causa, pero en caso de surgir un dato de interés se convocará a esas personas a prestar testimonio.
María Delia Gallego, a pesar de la resignación que sufre, se muestra agradecida con el juez Gustavo Acosta, “es un hombre que se ha movido mucho por la causa, el tiene un dato y sale detrás de esa información y se saca la duda, no deja pasar nada, nos sentimos muy acompañadas”, señaló. Hoy la madre de Margarita no está sola, habla en plural, es que con el pasar del tiempo, sus hijos han crecido y la acompañan en el transcurrir de la causa a pesar de que muchos de ellos ni siquiera recuerdan a su hermana y primos.
“Todas las excavaciones y rastrillajes que se han hecho, fueron por el frente de la estancia, por detrás no se hizo nada, lo del arroyo, lo de los pozos y los allanamientos, corresponden a la parte de adelante, lo que es el campo en sí no se rastrilló aún”, lamenta Delia y reafirma su teoría: “si estuvieran vivos, tienen muchos medios como para comunicarse, por celular, por internet o como sea, pero ellos no aparecen de ninguna manera, ni en redes sociales ni en bases de datos de ningún organismo. Para mí, a ellos los mataron o los llevaron muy lejos, a lo mejor están enterrados ahí donde nos dijo el testigo. Hay muchos indicios que dan a pensar que están enterrados: el testimonio de Goette, que en su momento le mostró al testigo Armando Nanni dos fosas cavadas en la costa del arroyo Las Cuevas, donde en tono de broma Goette le dijo a Nanni que eran tumbas. Las veces que se realizaron rastrillajes y allanamientos también participaba Goette y en tono de burla me decía “tal vez estén aquí abajo y señalaba el suelo”.
La madre de Margarita recuerda haber rastrillado a pie el predio de la estancia La Candelaria, “caminamos por los campos aledaños e ingresamos a una chacra que era atravesada por el arroyo Las Tunas, en un sector hay una arboleda en La Candelaria donde hay al menos cinco pozos de agua en una tapera abandonada, pero solo hallaron una bolsa con pañales, lamenta.
Su relación con Goette
María Delia afirma que Alfonso Goette nunca cortó el contacto con ella y siempre se mostró atrevido y desafiante. Además de las provocaciones que le realizaba cuando se hacían los procedimientos en La Candelaria, se presentó hace unos cinco años en la casa de María Delia y le ofreció trabajo a otro hijo de ella que en ese momento tenía 17 años. “Se apareció como si nada, a ofrecerle trabajo, pero yo ni loca dejo ir a mi hijo con la persona que supuestamente hizo desaparecer a toda mi familia, siempre se mostró así Goette, siempre provocándome y pidiéndome que me quede quieta, que no mueva mas nada de la causa, que mi familia prometió volver. Que Osvaldo José, por ese entonces de nueve años, cuando se fue le prometió a Goette que al cumplir dieciséis años volvería a trabajar con él”, relata Delia.
Al consultarle si no tenía miedo, la abuela de los chicos Gil afirmó: “jamás le tuve miedo a Goette. Cuando recorríamos el corral de los chanchos el me preguntó “¿No estarán enterrados aquí? Y luego me decía, “quedate tranquila que yo los llevé”, pero jamás me dijo a donde, siempre se burló. Goette era un hombre complicado y sembraba miedo en sus peones, mi yerno y mi hija siempre le tuvieron miedo, mi yerno trabajaba de sol a sol porque él se lo ordenaba, a veces lo agarraba la noche en el campo, sembrando o cosechando”.
Delia asegura que faltan muchos eslabones protagonistas en esta historia, para ella hay más gente del lugar que debió denunciar la desaparición o al menos prestar testimonio cuando se supo que a su familia se la había tragado la tierra: “No puede ser que los únicos que hablaron en su momento fueron el gomero de la ciudad de Viale, Alfonso Goette y dos o tres personas más.
Nadie reclamó que los chicos no fueron a clases, que mi hija no se presentó a trabajar en el comedor de la misma escuela donde iban los chicos, de eso nadie habla. Decían que nadie podía hablar porque estaban amenazados, pero nadie declaró en la causa”.
Delia además de la verdad tiene otro objetivo: “me encantaría saber también, cuando todo llegue a su fin, por qué la gente bedava bonus que tenía que hacer algo en la causa no lo hizo, por qué dejaron pasar los tiempos y me tomaron por estúpida, por qué no se investigó en su primer momento como hoy se está investigando. Ahora la casa donde ellos vivían la están demoliendo, construyeron una casa nueva en el predio de la estancia y hubo gente que se animaba a aventurar que el pozo donde los enterraron estaría debajo de esa casa”, relata.
A pesar de estar cansada de recorrer pasillos de tribunales, de darse cuenta que por su poca formación, más de un magistrado abusó en su momento de tal situación e intentó desviar la causa o extender los tiempos, Delia no se da por vencida. Hoy está satisfecha por la labor del Juez de Transición Gustavo Acosta y de su abogado patrocinante Maximiliano Navarro. “A esta altura, para mi están muertos, pero quiero saber la verdad, saber donde están, que pasó, quién hizo lo que hizo, quiero darles sepultura y llevar una flor en las fechas que mi hija y mis nietos cumplen años, hoy no tengo nada de eso, todo es inseguro, quiero dejar de pensar en esto, porque esto no es vida”.
Extracción de sangre
Como noticia, la semana pasada se informó que el Equipo de Antropología Forense había realizado extracciones de sangre a familiares directos de Margarita y Rubén para cotejar con cuerpos no identificados. De esas extracciones también participó también Delia, asombrada, porque en septiembre del año 2002 concurrió al Hospital San Blas de Nogoyá para una extracción de sangre que sería cotejada con las manchas de sangre encontradas en la casa que habitaba su hija, su yerno y sus nietos. “A mí ya me realizaron la extracción en 2002 cuando todo era reciente, pero nunca me notificaron si esa comparación dio algún resultado; es más, al día de hoy ese análisis no forma parte del expediente, es como que con el tiempo fueron desapareciendo cosas, no entiendo que pasó, no entiendo por qué esa información hoy no está”, concluye María. (Fuente: Paralelo 32)