Las noticias diarias, tristes por cierto, son la inflación, devaluación, cierre de fábricas, comercios, despidos, ajuste, aumento del gas, luz, combustibles, etc. Todo esto tiene un correlato lamentable en la realidad cotidiana de la familia argentina, deterioro de la calidad de vida, aumento de la pobreza y la desocupación.
Los últimos datos de la situación económica y social de la argentina muestran una situación alarmante. En junio de 2018 una familia tipo – dos adultos y dos niños- necesitaron para no ser pobres $19.601,79, según los datos del INDEC. Si lo comparamos con el salario mínimo (fijado por decreto) para julio de 2018 de $10000, y que ahora subirá a $12.500, vemos un abismo enorme. Si consideramos que más de un millón de jubilados cobran la jubilación mínima, de $8200 en julio de 2018, luego del aumento del 5.96% según la nueva fórmula que representa $103, el panorama es lamentable.
Ya desdibujado queda el 15% de inflación prometida por la administración nacional, y como si fuera poco no se sabe en cuanto terminará, donde hasta el más optimista estima bastante por encima del 30%. Lejos, pero muy lejos está el 15% de aumento de los salarios que pretendía, y sigue pretendiendo en algunos casos como por ejemplo los docentes universitarios, imponer la administración nacional, desligado de la realidad y carente de toda razón o argumento válido.
Si además comparamos los salarios en dólares, en los últimos dos años y medio el salario en dólares cayó más del 35%, es decir cada vez somos más pobres.
En resumen, cada día que pasa los salarios pierden poder adquisitivo, en un contexto inflacionario y de desocupación por la caída de la actividad económica, una combinación que solo aumenta la pobreza y la desesperanza.
Lo que vemos asiduamente es como la deuda pública aumenta, y como si fuera poco ahora atados de pies y manos al Fondo Monetario Internacional que solo trae un ajuste feroz a la gran mayoría del pueblo argentino. Lo triste es que de todo ese dinero, ni un peso se volcó a obras de infraestructura, ni a potenciar las actividades productivas, ni las exportaciones, más si para la bicicleta financiera. El pueblo argentino tiene que pagar por los dólares que se llevan las grandes empresas y fondos especulativos amigos de funcionarios de turno, buen negocio para pocos, a costa de muchos, millones de personas.
En los seis primeros meses de 2018, el saldo de la balanza comercial fue deficitario en 5.101 millones de dólares, según el INDEC. Además, la industria se encuentra trabajando a sólo el 59,1 % de la capacidad instalada, y como consecuencia de las subas de costos, la caída en los niveles de ventas, y las mayores dificultades para trasladar esas alzas a precios, la proporción de industrias con rentabilidad positiva se redujo a solo 35,4 % según la CAME. Si le sumamos el impacto de las importaciones es una combinación compleja de sobrellevar para muchas pymes que están cerrando sus puertas.
El panorama es sombrío, ya que no se ve la tan publicitada y ansiada luz al final del túnel, así lo muestra la realidad cotidiana, y lo verifican los datos, pero sobre todo lo marca el termómetro de la calle..
Estamos convencidos que el objetivo debe ser erradicar la pobreza, dejar atrás de una vez por todas y definitivamente este flajelo. Se requiere para ello crear más y mejores empleos, apuntalando a la actividad industrial pyme, motor de las economías regionales. No sólo es necesario bajar la inflación, lo que se necesita es incluir a los sectores más vulnerables, mediante la creación de trabajo intensivo, con políticas activas que reconstruyan el tejido productivo que día a día se deshilacha con esta administración nacional.
Es necesario ser competitivos, no a costa del salario de los trabajadores o de la devaluación, sino con un trabajo serio en las cadenas de valor, incorporando tecnologías e innovaciones productivas que aporten densidad al entramado productivo y genere puestos de trabajo genuinos. En este sentido, resulta prioritario avanzar en una agenda pública de políticas de generación de empleo y de apuntalamiento de la industria nacional
Ya no hay más tiempo que perder, es imperioso un verdadero cambio en el rumbo económico y potenciar el capital productivo nacional.
*Agrupación Alternativa Peronista
Cada día un paso atrás
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*Por Joel Tornero – Oscar Barbieri
Las noticias diarias, tristes por cierto, son la inflación, devaluación, cierre de fábricas, comercios, despidos, ajuste, aumento del gas, luz, combustibles, etc. Todo esto tiene un correlato lamentable en la realidad cotidiana de la familia argentina, deterioro de la calidad de vida, aumento de la pobreza y la desocupación.
Los últimos datos de la situación económica y social de la argentina muestran una situación alarmante. En junio de 2018 una familia tipo – dos adultos y dos niños- necesitaron para no ser pobres $19.601,79, según los datos del INDEC. Si lo comparamos con el salario mínimo (fijado por decreto) para julio de 2018 de $10000, y que ahora subirá a $12.500, vemos un abismo enorme. Si consideramos que más de un millón de jubilados cobran la jubilación mínima, de $8200 en julio de 2018, luego del aumento del 5.96% según la nueva fórmula que representa $103, el panorama es lamentable.
Ya desdibujado queda el 15% de inflación prometida por la administración nacional, y como si fuera poco no se sabe en cuanto terminará, donde hasta el más optimista estima bastante por encima del 30%. Lejos, pero muy lejos está el 15% de aumento de los salarios que pretendía, y sigue pretendiendo en algunos casos como por ejemplo los docentes universitarios, imponer la administración nacional, desligado de la realidad y carente de toda razón o argumento válido.
Si además comparamos los salarios en dólares, en los últimos dos años y medio el salario en dólares cayó más del 35%, es decir cada vez somos más pobres.
En resumen, cada día que pasa los salarios pierden poder adquisitivo, en un contexto inflacionario y de desocupación por la caída de la actividad económica, una combinación que solo aumenta la pobreza y la desesperanza.
Lo que vemos asiduamente es como la deuda pública aumenta, y como si fuera poco ahora atados de pies y manos al Fondo Monetario Internacional que solo trae un ajuste feroz a la gran mayoría del pueblo argentino. Lo triste es que de todo ese dinero, ni un peso se volcó a obras de infraestructura, ni a potenciar las actividades productivas, ni las exportaciones, más si para la bicicleta financiera. El pueblo argentino tiene que pagar por los dólares que se llevan las grandes empresas y fondos especulativos amigos de funcionarios de turno, buen negocio para pocos, a costa de muchos, millones de personas.
En los seis primeros meses de 2018, el saldo de la balanza comercial fue deficitario en 5.101 millones de dólares, según el INDEC. Además, la industria se encuentra trabajando a sólo el 59,1 % de la capacidad instalada, y como consecuencia de las subas de costos, la caída en los niveles de ventas, y las mayores dificultades para trasladar esas alzas a precios, la proporción de industrias con rentabilidad positiva se redujo a solo 35,4 % según la CAME. Si le sumamos el impacto de las importaciones es una combinación compleja de sobrellevar para muchas pymes que están cerrando sus puertas.
El panorama es sombrío, ya que no se ve la tan publicitada y ansiada luz al final del túnel, así lo muestra la realidad cotidiana, y lo verifican los datos, pero sobre todo lo marca el termómetro de la calle..
Estamos convencidos que el objetivo debe ser erradicar la pobreza, dejar atrás de una vez por todas y definitivamente este flajelo. Se requiere para ello crear más y mejores empleos, apuntalando a la actividad industrial pyme, motor de las economías regionales. No sólo es necesario bajar la inflación, lo que se necesita es incluir a los sectores más vulnerables, mediante la creación de trabajo intensivo, con políticas activas que reconstruyan el tejido productivo que día a día se deshilacha con esta administración nacional.
Es necesario ser competitivos, no a costa del salario de los trabajadores o de la devaluación, sino con un trabajo serio en las cadenas de valor, incorporando tecnologías e innovaciones productivas que aporten densidad al entramado productivo y genere puestos de trabajo genuinos. En este sentido, resulta prioritario avanzar en una agenda pública de políticas de generación de empleo y de apuntalamiento de la industria nacional
Ya no hay más tiempo que perder, es imperioso un verdadero cambio en el rumbo económico y potenciar el capital productivo nacional.
*Agrupación Alternativa Peronista