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La Justicia continúa con un operativo para encontrar rastros que lleven a dar con el matrimonio y los cuatro hijos desparecidos en 2002.
Luego de que se hallaran piezas óseas ampliarán las excavaciones.
Las excavaciones en un campo de Nogoyá, donde se buscan restos de la familia Gill desaparecida en 2002, integrada por dos adultos y cuatro niños, podrían tardar hasta un mes ya que la justicia resolvió este miércoles extender el plazo y ampliar a tres los pozos donde se está cavando para determinar si existen allí restos óseos, informaron fuentes judiciales.
Los restos que se encontraron entre este lunes y martes serán peritados una vez que concluyan las excavaciones, aunque fuentes judiciales adelantaron a Télam que suman una docena las piezas halladas, “entre las que hay una que podría ser una costilla” pero también “una mandíbula de perro”.
Las mismas fuentes señalaron que en un principio se estimó que la búsqueda se centraría en dos pozos y que cada excavación demoraría unos cinco días. Pero luego de los primeros hallazgos, se resolvió ampliar la investigación a otros pozos y prolongarla a un mes.
Por su lado, el juez de Garantías de Nogoyá, Gustavo Acosta, confirmó que son óseos los restos que se encontraron en las excavaciones que se iniciaron este martes en el marco de la búsqueda de la familia desparecida hace dieciséis años en esa localidad de Entre Ríos.
“Se encontraron ayer (martes) y hoy elementos que parecen ser restos óseos. Lo que no sabemos es si son de animales o de seres humanos. Por eso, por ahora preferimos ser cautos y no afirmar nada porque el paso que define eso es la pericia que hacen los especialistas forenses”, remarcó el juez.
La búsqueda está centrada en dos lugares: un pozo de agua y la que la semana que viene se hará debajo del lecho del arroyo Las Tunas, en el campo de la Estancia La Candelaria, en Crucesitas Séptima, un pueblo ubicado a 50 kilómetros de Paraná, en el departamento de Nogoyá.
Cambios de rumbo
Las excavaciones se iniciaron este lunes luego de que un nuevo testigo aseguró haber visto a Gill haciendo pozos en La Candelaria, la estancia que pertenecía a Alfonso Goette, quien murió en 2016 en un accidente automovilístico.
Los restos óseos fueron encontrados en “un pozo lleno de agua, que se vació y luego al pasar una zaranda por el barro que había debajo, se dio con este hallazgo”, contó Acosta.
La última vez que los vecinos de la estancia La Candelaria supieron algo de la familia Gill fue el 14 de enero de 2002 cuando vieron a José Rubén “Mencho” Gill, el padre, trabajando en el campo.
Seis meses después, un familiar denunció su desaparición y lo que ocurrió con ellos, desde entonces, fue un misterio.
No hay registros oficiales ni datos migratorios sobre el destino de Gill, de 56 años, peón rural; de su esposa Margarita Norma Gallegos, de 26; ni de sus hijos María Ofelia, de 12, Osvaldo José, de 9, Sofía Margarita, de 6, y Carlos Daniel, de 2.
Sin embargo, uno de los testigos a los que el fiscal Federico Uriburu volvió a entrevistar el año pasado contó que ese 14 de enero había visto a Rubén Gill quejándose por los pozos que le habían ordenado cavar en el campo donde trabajaba.
La desaparición de la familia fue dada a conocer, en primer lugar, por Goette, quien visitó a una de las hermanas de Rubén para preguntar por ellos, aunque pasaron seis meses para que un familiar presentara la denuncia en la justicia. (Fuente: Télam)
Extienden a otros pozos la búsqueda de la familia Gill
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La Justicia continúa con un operativo para encontrar rastros que lleven a dar con el matrimonio y los cuatro hijos desparecidos en 2002.
Luego de que se hallaran piezas óseas ampliarán las excavaciones.
Las excavaciones en un campo de Nogoyá, donde se buscan restos de la familia Gill desaparecida en 2002, integrada por dos adultos y cuatro niños, podrían tardar hasta un mes ya que la justicia resolvió este miércoles extender el plazo y ampliar a tres los pozos donde se está cavando para determinar si existen allí restos óseos, informaron fuentes judiciales.
Los restos que se encontraron entre este lunes y martes serán peritados una vez que concluyan las excavaciones, aunque fuentes judiciales adelantaron a Télam que suman una docena las piezas halladas, “entre las que hay una que podría ser una costilla” pero también “una mandíbula de perro”.
Las mismas fuentes señalaron que en un principio se estimó que la búsqueda se centraría en dos pozos y que cada excavación demoraría unos cinco días. Pero luego de los primeros hallazgos, se resolvió ampliar la investigación a otros pozos y prolongarla a un mes.
Por su lado, el juez de Garantías de Nogoyá, Gustavo Acosta, confirmó que son óseos los restos que se encontraron en las excavaciones que se iniciaron este martes en el marco de la búsqueda de la familia desparecida hace dieciséis años en esa localidad de Entre Ríos.
“Se encontraron ayer (martes) y hoy elementos que parecen ser restos óseos. Lo que no sabemos es si son de animales o de seres humanos. Por eso, por ahora preferimos ser cautos y no afirmar nada porque el paso que define eso es la pericia que hacen los especialistas forenses”, remarcó el juez.
La búsqueda está centrada en dos lugares: un pozo de agua y la que la semana que viene se hará debajo del lecho del arroyo Las Tunas, en el campo de la Estancia La Candelaria, en Crucesitas Séptima, un pueblo ubicado a 50 kilómetros de Paraná, en el departamento de Nogoyá.
Cambios de rumbo
Las excavaciones se iniciaron este lunes luego de que un nuevo testigo aseguró haber visto a Gill haciendo pozos en La Candelaria, la estancia que pertenecía a Alfonso Goette, quien murió en 2016 en un accidente automovilístico.
Los restos óseos fueron encontrados en “un pozo lleno de agua, que se vació y luego al pasar una zaranda por el barro que había debajo, se dio con este hallazgo”, contó Acosta.
La última vez que los vecinos de la estancia La Candelaria supieron algo de la familia Gill fue el 14 de enero de 2002 cuando vieron a José Rubén “Mencho” Gill, el padre, trabajando en el campo.
Seis meses después, un familiar denunció su desaparición y lo que ocurrió con ellos, desde entonces, fue un misterio.
No hay registros oficiales ni datos migratorios sobre el destino de Gill, de 56 años, peón rural; de su esposa Margarita Norma Gallegos, de 26; ni de sus hijos María Ofelia, de 12, Osvaldo José, de 9, Sofía Margarita, de 6, y Carlos Daniel, de 2.
Sin embargo, uno de los testigos a los que el fiscal Federico Uriburu volvió a entrevistar el año pasado contó que ese 14 de enero había visto a Rubén Gill quejándose por los pozos que le habían ordenado cavar en el campo donde trabajaba.
La desaparición de la familia fue dada a conocer, en primer lugar, por Goette, quien visitó a una de las hermanas de Rubén para preguntar por ellos, aunque pasaron seis meses para que un familiar presentara la denuncia en la justicia. (Fuente: Télam)