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*Por Jorge Pedro Busti
Con un espacio político como el PRO en la cima del poder, y por la historia y trayectoria de quienes componen esa fuerza, seguramente el horizonte se centrará en socavar los cimientos del Movimiento Peronista para borrar las figuras de Juan Perón y Eva Perón, que viven en la conciencia colectiva de los más humildes y de la clase trabajadora.
Estos embates al peronismo no son nuevos, lo hicieron desde la Revolución Libertadora hasta acá, con algunas breves interrupciones. Esta es una idea que con el tiempo revive en la cabeza de algunos “iluminados” para desterrar al peronismo acusándolo de las peores atrocidades.
A este antiperonismo militante que vivimos hoy y que nos presentan en diferentes medios de comunicación, descarnados, crueles e irrespetuosos, tenemos que anteponerle más peronismo, más racionalidad para enfrentar ese ataque sistemático y permanente que bombardean desde sus usinas de ideas para fragmentar aún más a la sociedad y cortarle la esperanza y la ilusión a la gente.
Por eso, como militantes del campo popular es nuestro deber recordar fechas históricas de nuestro Movimiento Nacional, fundamentalmente la conducta, el compromiso social y su inmensa solidaridad, valores que nos enseñó la inolvidable compañera Eva Perón.
El mes de agosto es un mes muy rico en la historia del sentimiento peronista, porque un 22 de agosto de 1951 el Cabildo Abierto le ofrece a Evita integrar la fórmula presidencial para las elecciones del 11 de noviembre de ese año. Fue sin dudas uno de los actos más grandes del peronismo, reuniendo más de dos millones de personas a lo largo de la Avenida 9 de Julio de la Capital Federal.
Fue un verdadero encuentro de Eva Perón y su pueblo; en esa comunión de ideas y de emociones, la asamblea popular presionaba para que la fórmula presidencial esté e conformada por Perón Perón. Ante esa encrucijada y para no tomar una decisión apresurada, Evita pide una tregua para meditar la propuesta.
Luego de nueve días, el 31 de agosto de 1951 y a través de la Red Argentina de Radiodifusión, Evita se dirige a los trabajadores, expresando: “Compañeros: quiero comunicar al pueblo argentino mi decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor con que los trabajadores y el pueblo de mi Patria quisieron honrarme en el histórico Cabildo Abierto del 22 de agosto”.
En ese marco recordó su compromiso inclaudicable desde el mismo 17 de octubre de 1945, señalando: “No tenía entonces, ni tengo en estos momentos, más que una sola ambición personal: que de mí se diga, cuando se escriba el capítulo maravilloso que la historia dedicará seguramente a Perón, que hubo al lado de Perón una mujer que se dedicó a llevar al Presidente, las esperanzas del pueblo. Y que, a esa mujer, el pueblo la llamaba cariñosamente `Evita´. Eso es todo lo que quiero ser” y finalizó su alocución “Renuncio a los honores, no a la lucha. Mi puesto de batalla es el trabajo”.
Recordar estos gestos de grandezas hoy en día, más que un deber, debe constituirse en una obligación para todos los peronistas, más allá del rol que nos toque desarrollar. Tener presente y en claro el mensaje del histórico renunciamiento, que podemos seguir construyendo la grandeza del peronismo desde el lugar en el que pueblo nos única. Solo así podremos enfrentar la adversidad y recuperar el terreno perdido.
*Ex gobernador de Entre Ríos
La hora del peronismo y el Renunciamiento de Evita
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*Por Jorge Pedro Busti
Con un espacio político como el PRO en la cima del poder, y por la historia y trayectoria de quienes componen esa fuerza, seguramente el horizonte se centrará en socavar los cimientos del Movimiento Peronista para borrar las figuras de Juan Perón y Eva Perón, que viven en la conciencia colectiva de los más humildes y de la clase trabajadora.
Estos embates al peronismo no son nuevos, lo hicieron desde la Revolución Libertadora hasta acá, con algunas breves interrupciones. Esta es una idea que con el tiempo revive en la cabeza de algunos “iluminados” para desterrar al peronismo acusándolo de las peores atrocidades.
A este antiperonismo militante que vivimos hoy y que nos presentan en diferentes medios de comunicación, descarnados, crueles e irrespetuosos, tenemos que anteponerle más peronismo, más racionalidad para enfrentar ese ataque sistemático y permanente que bombardean desde sus usinas de ideas para fragmentar aún más a la sociedad y cortarle la esperanza y la ilusión a la gente.
Por eso, como militantes del campo popular es nuestro deber recordar fechas históricas de nuestro Movimiento Nacional, fundamentalmente la conducta, el compromiso social y su inmensa solidaridad, valores que nos enseñó la inolvidable compañera Eva Perón.
El mes de agosto es un mes muy rico en la historia del sentimiento peronista, porque un 22 de agosto de 1951 el Cabildo Abierto le ofrece a Evita integrar la fórmula presidencial para las elecciones del 11 de noviembre de ese año. Fue sin dudas uno de los actos más grandes del peronismo, reuniendo más de dos millones de personas a lo largo de la Avenida 9 de Julio de la Capital Federal.
Fue un verdadero encuentro de Eva Perón y su pueblo; en esa comunión de ideas y de emociones, la asamblea popular presionaba para que la fórmula presidencial esté e conformada por Perón Perón. Ante esa encrucijada y para no tomar una decisión apresurada, Evita pide una tregua para meditar la propuesta.
Luego de nueve días, el 31 de agosto de 1951 y a través de la Red Argentina de Radiodifusión, Evita se dirige a los trabajadores, expresando: “Compañeros: quiero comunicar al pueblo argentino mi decisión irrevocable y definitiva de renunciar al honor con que los trabajadores y el pueblo de mi Patria quisieron honrarme en el histórico Cabildo Abierto del 22 de agosto”.
En ese marco recordó su compromiso inclaudicable desde el mismo 17 de octubre de 1945, señalando: “No tenía entonces, ni tengo en estos momentos, más que una sola ambición personal: que de mí se diga, cuando se escriba el capítulo maravilloso que la historia dedicará seguramente a Perón, que hubo al lado de Perón una mujer que se dedicó a llevar al Presidente, las esperanzas del pueblo. Y que, a esa mujer, el pueblo la llamaba cariñosamente `Evita´. Eso es todo lo que quiero ser” y finalizó su alocución “Renuncio a los honores, no a la lucha. Mi puesto de batalla es el trabajo”.
Recordar estos gestos de grandezas hoy en día, más que un deber, debe constituirse en una obligación para todos los peronistas, más allá del rol que nos toque desarrollar. Tener presente y en claro el mensaje del histórico renunciamiento, que podemos seguir construyendo la grandeza del peronismo desde el lugar en el que pueblo nos única. Solo así podremos enfrentar la adversidad y recuperar el terreno perdido.
*Ex gobernador de Entre Ríos