Leido 84 veces
El Diputado Nacional Julio Solanas participó del “2° Encuentro para el Diálogo. Acuerdo para un mandato popular” realizado el pasado sábado 20 de mayo en la Ciudad de Concepción del Uruguay.
Solanas participó del “2° Encuentro para el Diálogo. Acuerdo para un mandato popular”.
El encuentro que pretende ser un espacio de reflexión, diálogo y construcción política, contó con la participación de diferentes agrupaciones del campo popular de diversas localidades de la provincia de Entre Ríos.
A continuación el documento conclusivo del encuentro:
“Segundo Encuentro Para El Dialogo. Acuerdo para un mandato popular”
Algunos puntos para empezar a debatir
La derrota de 2015 debe ser entendida no solo como una contingencia electoral, propia y posible en un sistema democrático de competencia de partidos, sino debe inscribirse en un escenario más complejo, en el cual los sectores de lo que llamamos el campo – proyecto - nacional y popular han sufrido una terrible y dramática derrota política, pero sobre todo ideológica y cultural.
Por primera vez la derecha conservadora y neoliberal, conservadora en sus formas políticas; neoliberal por la concepción económica que no es otra que entregar al mercado y a los grandes grupos concentrados del poder financiero y económico el manejo de la economía y el futuro de la Argentina; llegó al gobierno por medio del voto popular.
Como nunca antes un proyecto regresivo y absolutamente contrario a los intereses de las mayorías ha logrado legitimarse en las urnas, proponiendo un modelo que podríamos sintetizar en una sola y brutal definición política. Su norte es entregarle al mercado y a los grandes medios, un proyecto de liquidación de derechos que comenzaron a construirse en la década del 40 del siglo pasado, construido sobre un modelo regresivo y anacrónico de sujeción a los dictados del mercado mundial.
Esto y no otra cosa es “el supermercado del mundo” que solo podrá sostenerse con salarios de miseria, inequidad social, destrucción de todo tipo de derechos laborales y sociales y un ajuste fiscal propio de recetas monetaristas ortodoxas ya fracasadas en el país y en el mundo.
En los modelos anteriores, con variantes y tensiones, el Estado entraba en juego para regular esta relación. Impedía la barbarie en la relación de trabajo. Hoy estamos volviendo a la barbarie.
Eso es lo nuevo, eso es el cambio, esa es la encrucijada que hoy nos convoca. Esa es la pelea a dar contra quienes vienen por todo lo conseguido, que van sin el menor recato en decirlo en cada oportunidad que tienen por cada uno de los derechos, libertades y conquistas que han sido piedra fundamental del proyecto que construimos y militamos por más de una década.
Esta vez, sin eufemismos, vienen por lo logrado en estos años que hemos compartido de transformación de la Argentina y que debemos sostener en cada uno de los lugares donde nos encuentre la militancia.
Hay que pararle la mano. Hay que cerrar el camino a un ajuste brutal que se descargará sobre las espaldas de quienes menos tienen, los desocupados, los asalariados, la clase media, las pymes, los sectores de la producción y el comercio.
Hay que poner un dique de contención a la pretensión de continuidad y profundización de un modelo perverso de extranjerización, endeudamiento y transferencia de recursos a los sectores parasitarios y concentrados como el que prepara la alianza cambiemos para después de octubre.
En el plano provincial, necio sería no comprender la naturaleza de estas políticas, que condicionan, ahogan y paralizan a los gobiernos que no son adictos o cumplen con las políticas de ajuste fiscal – y pronto de personal y obras – que impone el poder central.
La política de la zanahoria y el látigo, dar obras o recursos a cambio de disciplinamiento fiscal y condicionamiento político, es la perversa manera de ganar voluntades o acallar cuestionamientos por parte de provincias y municipios que deben, cada día, estar al lado de quienes sufren estas políticas de exclusión y ajuste.
La discusión en este caso es de que manera hacer frente a tan adverso contexto, y como posicionarse para aglutinar fuerzas y poder construir alternativas políticas que trasciendan lo meramente electoral y coyuntural, para oponer de cara a la sociedad un proyecto superador que vuelva a poner en marcha un camino de realizaciones y construcciones colectivas.
La unidad contra el Neoliberalismo de cara a las elecciones Generales de Octubre, entonces, aparece como necesaria e imprescindible. Si la militancia cree oportuno presentar diferentes alternativas de cara a las PASO, las mismas deberían estar garantizadas, de forma que nadie sienta que se pueden dejar fuera las convicciones. Las banderas que supimos levantar los últimos doce años NO se negocian.
A nadie escapa que la legitimidad y la suerte del gobierno actual se juega en estas elecciones. El triunfo de nuestro espacio, unido y fortalecido, será un espaldarazo al gobierno provincial y una reafirmación de la impronta de un gobierno que votamos y acompañamos.
Resulta también necesario dotar al mismo de una garantía de acompañamiento sin medias tintas, sin quiebres ni renuncias, sin especulaciones que vayan más allá del respeto de un programa y de un proyecto que debe surgir del debate, de la discusión y del compromiso de las mayorías.
Un triunfo en octubre sin un acuerdo mínimo que garantice gobernabilidad pero también coherencia y convicciones, no servirá más que para satisfacer egos personales o intereses sectoriales. Será una mera victoria en las urnas sin más proyección que lo inmediato, pero que seguramente poco servirá para objetivos de mediano y largo plazo.
Sabemos que en esto no estamos solo quienes nos convocamos en este tipo de encuentros. A lo largo y lo ancho de Entre Ríos se está discutiendo y debatiendo lo mismo y con el mismo sentido.
Por eso mismo es que debemos, con responsabilidad, con convicciones y militancia, estar a la altura de las circunstancias y poder confluir en una sólida propuesta, unitaria, de mayorías, que defienda lo conseguido y pueda ir por más, una construcción política que sirva para enfrentar a quienes vienen por nuestras conquistas, por nuestros logros y nuestros sueños.
Espacios como este, fruto del esfuerzo, de la coherencia y la militancia de muchos entrerrianos que no nos resignamos a observar calladamente esta salvaje reconversión neoliberal, que resistimos y luchamos por nuestros sueños y nuestra dignidad, son ámbitos necesarios para fijar ese programa y también para construir esa herramienta política – electoral desde ya – que necesita nuestra provincia para garantizar el triunfo en octubre, para poder ganar en 2019.
Pero por sobre todo estos ámbitos de intercambio colectivo necesarios para encontrarnos, para mirarnos cara a cara y saber que somos muchos los que seguimos soñando, como lo hicimos durante una década, que es posible un país con inclusión, justicia social, derechos y libertades y donde los jóvenes y los trabajadores sepan que hay un futuro posible y que ese futuro lo construiremos entre todos. (Fuente: Debate Abierto)
Un Nuevo Encuentro Para el Diálogo
Leido 84 veces
El Diputado Nacional Julio Solanas participó del “2° Encuentro para el Diálogo. Acuerdo para un mandato popular” realizado el pasado sábado 20 de mayo en la Ciudad de Concepción del Uruguay.
Solanas participó del “2° Encuentro para el Diálogo. Acuerdo para un mandato popular”.
El encuentro que pretende ser un espacio de reflexión, diálogo y construcción política, contó con la participación de diferentes agrupaciones del campo popular de diversas localidades de la provincia de Entre Ríos.
A continuación el documento conclusivo del encuentro:
“Segundo Encuentro Para El Dialogo. Acuerdo para un mandato popular”
Algunos puntos para empezar a debatir
La derrota de 2015 debe ser entendida no solo como una contingencia electoral, propia y posible en un sistema democrático de competencia de partidos, sino debe inscribirse en un escenario más complejo, en el cual los sectores de lo que llamamos el campo – proyecto - nacional y popular han sufrido una terrible y dramática derrota política, pero sobre todo ideológica y cultural.
Por primera vez la derecha conservadora y neoliberal, conservadora en sus formas políticas; neoliberal por la concepción económica que no es otra que entregar al mercado y a los grandes grupos concentrados del poder financiero y económico el manejo de la economía y el futuro de la Argentina; llegó al gobierno por medio del voto popular.
Como nunca antes un proyecto regresivo y absolutamente contrario a los intereses de las mayorías ha logrado legitimarse en las urnas, proponiendo un modelo que podríamos sintetizar en una sola y brutal definición política. Su norte es entregarle al mercado y a los grandes medios, un proyecto de liquidación de derechos que comenzaron a construirse en la década del 40 del siglo pasado, construido sobre un modelo regresivo y anacrónico de sujeción a los dictados del mercado mundial.
Esto y no otra cosa es “el supermercado del mundo” que solo podrá sostenerse con salarios de miseria, inequidad social, destrucción de todo tipo de derechos laborales y sociales y un ajuste fiscal propio de recetas monetaristas ortodoxas ya fracasadas en el país y en el mundo.
En los modelos anteriores, con variantes y tensiones, el Estado entraba en juego para regular esta relación. Impedía la barbarie en la relación de trabajo. Hoy estamos volviendo a la barbarie.
Eso es lo nuevo, eso es el cambio, esa es la encrucijada que hoy nos convoca. Esa es la pelea a dar contra quienes vienen por todo lo conseguido, que van sin el menor recato en decirlo en cada oportunidad que tienen por cada uno de los derechos, libertades y conquistas que han sido piedra fundamental del proyecto que construimos y militamos por más de una década.
Esta vez, sin eufemismos, vienen por lo logrado en estos años que hemos compartido de transformación de la Argentina y que debemos sostener en cada uno de los lugares donde nos encuentre la militancia.
Hay que pararle la mano. Hay que cerrar el camino a un ajuste brutal que se descargará sobre las espaldas de quienes menos tienen, los desocupados, los asalariados, la clase media, las pymes, los sectores de la producción y el comercio.
Hay que poner un dique de contención a la pretensión de continuidad y profundización de un modelo perverso de extranjerización, endeudamiento y transferencia de recursos a los sectores parasitarios y concentrados como el que prepara la alianza cambiemos para después de octubre.
En el plano provincial, necio sería no comprender la naturaleza de estas políticas, que condicionan, ahogan y paralizan a los gobiernos que no son adictos o cumplen con las políticas de ajuste fiscal – y pronto de personal y obras – que impone el poder central.
La política de la zanahoria y el látigo, dar obras o recursos a cambio de disciplinamiento fiscal y condicionamiento político, es la perversa manera de ganar voluntades o acallar cuestionamientos por parte de provincias y municipios que deben, cada día, estar al lado de quienes sufren estas políticas de exclusión y ajuste.
La discusión en este caso es de que manera hacer frente a tan adverso contexto, y como posicionarse para aglutinar fuerzas y poder construir alternativas políticas que trasciendan lo meramente electoral y coyuntural, para oponer de cara a la sociedad un proyecto superador que vuelva a poner en marcha un camino de realizaciones y construcciones colectivas.
La unidad contra el Neoliberalismo de cara a las elecciones Generales de Octubre, entonces, aparece como necesaria e imprescindible. Si la militancia cree oportuno presentar diferentes alternativas de cara a las PASO, las mismas deberían estar garantizadas, de forma que nadie sienta que se pueden dejar fuera las convicciones. Las banderas que supimos levantar los últimos doce años NO se negocian.
A nadie escapa que la legitimidad y la suerte del gobierno actual se juega en estas elecciones. El triunfo de nuestro espacio, unido y fortalecido, será un espaldarazo al gobierno provincial y una reafirmación de la impronta de un gobierno que votamos y acompañamos.
Resulta también necesario dotar al mismo de una garantía de acompañamiento sin medias tintas, sin quiebres ni renuncias, sin especulaciones que vayan más allá del respeto de un programa y de un proyecto que debe surgir del debate, de la discusión y del compromiso de las mayorías.
Un triunfo en octubre sin un acuerdo mínimo que garantice gobernabilidad pero también coherencia y convicciones, no servirá más que para satisfacer egos personales o intereses sectoriales. Será una mera victoria en las urnas sin más proyección que lo inmediato, pero que seguramente poco servirá para objetivos de mediano y largo plazo.
Sabemos que en esto no estamos solo quienes nos convocamos en este tipo de encuentros. A lo largo y lo ancho de Entre Ríos se está discutiendo y debatiendo lo mismo y con el mismo sentido.
Por eso mismo es que debemos, con responsabilidad, con convicciones y militancia, estar a la altura de las circunstancias y poder confluir en una sólida propuesta, unitaria, de mayorías, que defienda lo conseguido y pueda ir por más, una construcción política que sirva para enfrentar a quienes vienen por nuestras conquistas, por nuestros logros y nuestros sueños.
Espacios como este, fruto del esfuerzo, de la coherencia y la militancia de muchos entrerrianos que no nos resignamos a observar calladamente esta salvaje reconversión neoliberal, que resistimos y luchamos por nuestros sueños y nuestra dignidad, son ámbitos necesarios para fijar ese programa y también para construir esa herramienta política – electoral desde ya – que necesita nuestra provincia para garantizar el triunfo en octubre, para poder ganar en 2019.
Pero por sobre todo estos ámbitos de intercambio colectivo necesarios para encontrarnos, para mirarnos cara a cara y saber que somos muchos los que seguimos soñando, como lo hicimos durante una década, que es posible un país con inclusión, justicia social, derechos y libertades y donde los jóvenes y los trabajadores sepan que hay un futuro posible y que ese futuro lo construiremos entre todos. (Fuente: Debate Abierto)