Pensar en innovar, pensar en cambiar en educación, para crecer y ser más

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*Por Hugo Pais

Prof Hugo Pais (1)

Hace mucho que vengo señalando la crisis de la educación, pero aún más, la carencia de una Escuela que interpele a la realidad y provoque en los estudiantes el despliegue de todas sus potencialidades. Educar es para muchos teóricos de la educación: guiar, retar, desafiar, provocar; y aprender es conocer, comprender, aplicar y crear.

Pero la Escuela muchas veces, se transforma en un ambiente de repetición, de memorización, de cuestiones que una vez retenidas, ya no sirven. Los estudiantes deben explorar ideas, comprender conceptos y saber explicarlos y aplicarlos más allá de la memorización a corto plazo. Es la Escuela la que debe revertir su manera de transmitir los conocimientos, es la que debe motivar a los alumnos adaptándose a sus intereses y a sus necesidades reales, mostrándoles la utilidad y el sentido de aquello que están aprendiendo.

Se trata que la Escuela, se plantee el desarrollo de competencias en los estudiantes, se cuestiones si enseña a pensar, además de solucionar problemas, aprender a plantearlos; a que entiendan que lo que están aprendiendo tiene un sentido.

Nos dice Francesco Tonucci que la escuela, siempre ha estado alejada de la “realidad” de los alumnos, pero en la actualidad la brecha se ha convertido en un abismo. Y eso es algo que nuestra sociedad no puede permitirse. En realidad, podemos afirmar que los niños y las niñas más escolarizados de la historia son también los más desamparados, pues están integrados en una escuela severa, exigente, hostil

El desafío de nuestros tiempos, es provocar una transformación de fondo al interior de la Escuela, para lo cual, la formación de los docentes y ellos mismos, deben plantear la educación de otro modo, ya no va como era antes, hoy la demanda es innovar para crecer y desarrollar La educación debe ser por sobre todas las cosas acción, movimiento, transformación. Sin lugar a dudas, debe partir de lo conocido, de lo culturalmente establecido, del legado de nuestros antepasados, pero con la vocación de no tener un carácter reproductivo sino productivo. Decimos muchas veces, que la realidad debe ser el punto de partida, pero también es la realidad el punto de llegada. Y en ese tránsito no descuidar la creatividad, en este contexto, que se convierte en el motor de la educación. La Escuela debe ser necesariamente, un lugar de preparación para la vida, en la vida misma.

Tenemos que pasar de una educación aburrida y sin sentido a una educación emocionante y significativa. Es la escuela la que debe motivar a los alumnos adaptando su manera de transmitir los conocimientos a sus intereses y a sus necesidades reales, mostrándoles la utilidad y el sentido de aquello que están aprendiendo. No se trata de negar la importancia de la memoria, no hay aprendizaje sin memorización, se trata transformar una escuela basada en la evaluación de la memoria a corto plazo en una escuela basada en el aprendizaje por competencias, que no descuida la inteligencia emocional la capacidad de juicio y creatividad de los estudiantes.

Hay que rotar la página y volver a comenzar, con espíritu innovador siempre, pero con un norte claro de aquello que queremos hacer y donde queremos llegar. Para ello se requiere de docentes flexibles y curiosos, frente a los acontecimientos de la vida, que promuevan sin temor la curiosidad en sus estudiantes, que sean tolerantes, creativos, abiertos a pensar y proponer, que obren con libertad y responsabilidad, con sentido de solidaridad y cooperación, que posibilite, sentir y vivir, el aprender y el hacer juntos.

*Ex Presidente del Consejo General de Educación de Entre Ríos.