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* Joel Tornero – Oscar “Patita” Barbieri
Un año está culminando y siempre surge la necesidad de hacer algunos balances que nos permitan encarar el año que comienza de la mejor manera posible.
Para sorpresa de algunos, indiferencia de otros, pero sobre todo dolor para muchos, en estos últimos 12 meses y como hacía mucho tiempo no se decía tan asiduamente la palabra despido, pobreza, inflación y exclusión en nuestro país.
Hemos escuchado estadísticas de todo tipo, razonamientos, que se asemejan más a justificaciones, que van de lo más elocuente a lo extremadamente precario argumentalmente.
Creo que podemos coincidir sin mayores complicaciones que las decisiones las toma quién conduce, en base a sus criterios y prioridades. Nadie escapa a esto, menos el primer mandatario de un país, que es el que fija las prioridades de su administración.
Para evitar caer en la retórica ciega, basta revisar los acontecimientos y las medidas tomadas, para que cristalice la agenda del gobierno actual.
Para arrancar el año el gobierno nacional, después de prometer otra cosa en campaña y en el debate presidencial, devalúo más de un 40% de un golpe, y eliminó las retenciones a las mineras y a una parte del sector exportador primario, sin titubeo, ni análisis de los impactos fiscales, sino más bien por convicción. El resultado fue la pérdida de recursos fiscales, y el aumento de los precios de los alimentos, junto el aumento del costo de todos los productos y servicios.
Como si no fuera poco, y con un claro desprecio por las instituciones impulsó rápidamente un tarifazo inédito, con una planillita de Excel, del cual tuvieron que retroceder por acción del poder judicial que marcó la ilegalidad de la medida. No obstante a ello, igual lo impulsaron luego, impacto que se sintió y se seguirá sintiendo en los bolsillos de todos los argentinos, pero sobre todo en los que menos tienen.
En este contexto complejo, los gerentes del gobierno se cansan de repetir sistemáticamente -cual loro parlanchín- que están trabajando y haciendo un gran esfuerzo. A la luz de los hechos todavía no se sabe ni qué, ni cuál, ni para qué (o más bien esto último empieza a emerger).
Ahora bien, para liberarles las retenciones a las mineras no tardaron ni un mes, pero para abordar el impuesto a las ganancias, o más bien, el impuesto al trabajo, siempre hay que meditarlo hasta el hartazgo. Es más, ahora pagan más personas y más impuesto. Prometieron que lo sacaban, está filmado en un spot de campaña del actual mandatario, pero a la hora de los hechos nada. Viene con argumentos del costo fiscal, pero para pagarle a los buitres no importó salir corriendo a tomar deuda. Esto más que contradictorio, resulta cínico, una verdadera tomada de pelo, para los empresarios y multimillonarios todo, para los trabajadores y las clases populares nada, que esperen, que se esfuercen mientras ellos toman vacaciones cada dos semanas.
Ha caído el salario real, y con ello el poder adquisitivo y el consumo. Basta con ver cuánto un par de productos en el supermercado, o la carnicería del barrio, o la verdulería. Simplemente la plata no alcanza, por lo menos a la gran mayoría del pueblo argentino.
Mientras tanto la paciencia y el esfuerzo lo tienen que tener la clase media trabajadora, hay que aguantar, que vendrá la felicidad de algún lugar místico, todavía no develado para el común de los transeúntes, que tratan de llegar a fin de mes.
El Presidente Macri y sus socios ministros han demostrado la carencia de un plan global, un proyecto de desarrollo para el país.
Los resultados económicos son malos, la inflación alta, con una baja de consumo, y caída de la producción industrial. Ni un indicador económico dio al menos regular, nada. La recesión se acentúa, mientras el empleo disminuye en cantidad y calidad, y el poder adquisitivo se erosiona día a día. Como si fuera poco, a este coctel le tenemos que sumar déficit fiscal creciente, financiado con deuda externa de valores nunca vistos en tan poco tiempo. De la lluvia de inversiones, ni una gota, así que para los que compraron paraguas a guardarlo hasta el próximo aviso. Esperamos, a estas alturas sentados, un plan de infraestructura que al impulse una reactivación y se generen nuevos empleos, ante la falta de inversión privada que tanto anunciaron.
Las idas y vueltas del gobierno nacional dejan un manto de gran incertidumbre, la sensación de que no saben cómo seguir ni qué hacer.
Esperamos que puedan escuchar con humildad a todos los actores de nuestra sociedad para verdaderamente apostar a la construcción colectiva de un proceso de crecimiento con inclusión, que contenga a todos los habitantes de nuestra gran nación.
Una vez más, la verdadera unión de los argentinos de bien hará del presente y del futuro un lugar para todos.
*Agrupación Alternativa Peronista
Para ir promediando
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* Joel Tornero – Oscar “Patita” Barbieri
Un año está culminando y siempre surge la necesidad de hacer algunos balances que nos permitan encarar el año que comienza de la mejor manera posible.
Para sorpresa de algunos, indiferencia de otros, pero sobre todo dolor para muchos, en estos últimos 12 meses y como hacía mucho tiempo no se decía tan asiduamente la palabra despido, pobreza, inflación y exclusión en nuestro país.
Hemos escuchado estadísticas de todo tipo, razonamientos, que se asemejan más a justificaciones, que van de lo más elocuente a lo extremadamente precario argumentalmente.
Creo que podemos coincidir sin mayores complicaciones que las decisiones las toma quién conduce, en base a sus criterios y prioridades. Nadie escapa a esto, menos el primer mandatario de un país, que es el que fija las prioridades de su administración.
Para evitar caer en la retórica ciega, basta revisar los acontecimientos y las medidas tomadas, para que cristalice la agenda del gobierno actual.
Para arrancar el año el gobierno nacional, después de prometer otra cosa en campaña y en el debate presidencial, devalúo más de un 40% de un golpe, y eliminó las retenciones a las mineras y a una parte del sector exportador primario, sin titubeo, ni análisis de los impactos fiscales, sino más bien por convicción. El resultado fue la pérdida de recursos fiscales, y el aumento de los precios de los alimentos, junto el aumento del costo de todos los productos y servicios.
Como si no fuera poco, y con un claro desprecio por las instituciones impulsó rápidamente un tarifazo inédito, con una planillita de Excel, del cual tuvieron que retroceder por acción del poder judicial que marcó la ilegalidad de la medida. No obstante a ello, igual lo impulsaron luego, impacto que se sintió y se seguirá sintiendo en los bolsillos de todos los argentinos, pero sobre todo en los que menos tienen.
En este contexto complejo, los gerentes del gobierno se cansan de repetir sistemáticamente -cual loro parlanchín- que están trabajando y haciendo un gran esfuerzo. A la luz de los hechos todavía no se sabe ni qué, ni cuál, ni para qué (o más bien esto último empieza a emerger).
Ahora bien, para liberarles las retenciones a las mineras no tardaron ni un mes, pero para abordar el impuesto a las ganancias, o más bien, el impuesto al trabajo, siempre hay que meditarlo hasta el hartazgo. Es más, ahora pagan más personas y más impuesto. Prometieron que lo sacaban, está filmado en un spot de campaña del actual mandatario, pero a la hora de los hechos nada. Viene con argumentos del costo fiscal, pero para pagarle a los buitres no importó salir corriendo a tomar deuda. Esto más que contradictorio, resulta cínico, una verdadera tomada de pelo, para los empresarios y multimillonarios todo, para los trabajadores y las clases populares nada, que esperen, que se esfuercen mientras ellos toman vacaciones cada dos semanas.
Ha caído el salario real, y con ello el poder adquisitivo y el consumo. Basta con ver cuánto un par de productos en el supermercado, o la carnicería del barrio, o la verdulería. Simplemente la plata no alcanza, por lo menos a la gran mayoría del pueblo argentino.
Mientras tanto la paciencia y el esfuerzo lo tienen que tener la clase media trabajadora, hay que aguantar, que vendrá la felicidad de algún lugar místico, todavía no develado para el común de los transeúntes, que tratan de llegar a fin de mes.
El Presidente Macri y sus socios ministros han demostrado la carencia de un plan global, un proyecto de desarrollo para el país.
Los resultados económicos son malos, la inflación alta, con una baja de consumo, y caída de la producción industrial. Ni un indicador económico dio al menos regular, nada. La recesión se acentúa, mientras el empleo disminuye en cantidad y calidad, y el poder adquisitivo se erosiona día a día. Como si fuera poco, a este coctel le tenemos que sumar déficit fiscal creciente, financiado con deuda externa de valores nunca vistos en tan poco tiempo. De la lluvia de inversiones, ni una gota, así que para los que compraron paraguas a guardarlo hasta el próximo aviso. Esperamos, a estas alturas sentados, un plan de infraestructura que al impulse una reactivación y se generen nuevos empleos, ante la falta de inversión privada que tanto anunciaron.
Las idas y vueltas del gobierno nacional dejan un manto de gran incertidumbre, la sensación de que no saben cómo seguir ni qué hacer.
Esperamos que puedan escuchar con humildad a todos los actores de nuestra sociedad para verdaderamente apostar a la construcción colectiva de un proceso de crecimiento con inclusión, que contenga a todos los habitantes de nuestra gran nación.
Una vez más, la verdadera unión de los argentinos de bien hará del presente y del futuro un lugar para todos.
*Agrupación Alternativa Peronista