Colores apagados

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*Por Adán Bahl

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Cuando empezó el año, sabíamos que muchas cosas iban a cambiar: hubo quita de retenciones, salida del cepo, devaluación de la moneda y miles de despidos en el sector público. Eso, por supuesto, impacta sobre una economía que tiene que adaptarse a las transformaciones. Pero 8 meses después, nos preocupa saber hacia dónde vamos; no vemos claro el horizonte.

Más allá de las discusiones que uno pueda tener en torno a las políticas económicas implementadas por el equipo de Cambiemos, hay hechos evidentes que hablan por sí mismos. La inflación está en niveles récord y se espera que cierre el año en torno al 42%; quienes más sufren este problema son los sectores vulnerables de nuestra población: las jubilaciones y la AUH han quedado muy por detrás y con los últimos anuncios, recién estarían acumulando 31% de aumento en septiembre. Es decir, han retrocedido significativamente en su poder adquisitivo. El ministro de economía, Prat Gay, se había planteado una meta del 25% de inflación anual para este año, meta que evidentemente no se cumplirá. Incluso, cuando él mismo ya asumió que esa meta es inalcanzable, no ha planteado ninguna alternativa para que los trabajadores –y sobre todo, para que los más humildes- no vean caer sus salarios más abajo todavía.

El tarifazo en el sector energético fue sin duda un gran error. Incluso cuando estamos de acuerdo en la necesidad de actualizar los valores y encontrar un esquema menos perjudicial para las provincias en busca de más simetría, la suba fue mal implementada y los aumentos se hicieron impagables para muchísima gente. El gobierno dice que trató de ser gradual, pero para quien recibió una factura con el 400% de aumento, con un sueldo que no aumentó al mismo ritmo fue muy traumático. Muchas empresas tienen graves problemas para hacer frente a esta cuestión. Muchos comercios están cerrando sus puertas.

Así como se esperaba que en el primer semestre haya un período de reacomodamiento de la economía por el cambio de estrategias y políticas, también se esperaba que para la segunda parte del año haya una “lluvia de inversiones“, la que serviría para dinamizar el empleo y recuperar puestos de trabajo. Esto tampoco está sucediendo y, más bien, en algunos casos ha caído la inversión y se han parado algunas obras. Según los datos oficiales que publica el INDEC, cayó la actividad industrial y la construcción.

Entendemos que la Argentina tiene un gran mercado interno que es el que consume gran parte de lo que producimos y que hace funcionar nuestro esquema productivo, sobre todo en un contexto internacional como el que vivimos con Brasil –uno de nuestros mayores socios comerciales- en recesión y con crisis política; o China, que también atraviesa dificultades económicas. Hoy este mercado interno está golpeado por la inflación y por la falta de perspectivas claras que no ayudan ni a las familias ni a las empresas, sobre todo las pymes.

Por el momento, no se ven grandes resultados y aparece preocupación sobre el camino que estamos recorriendo. Las voces que lo advierten se escuchan adentro del partido de gobierno tanto como afuera, tanto como en la calle.

Confiamos en que hay políticas que se pueden llevar adelante desde el Estado para corregir –al menos en parte- esta situación, y que el plan de infraestructura que plantean algunos ministros de gobierno nacional será de gran importancia para dar un vuelco al escenario.

Entendemos que hay que planificar y definir sectores para impulsar, para poder sacarle provecho a esta que entendemos que es una gran apuesta: mejorar la infraestructura, logística, transporte, darle fuerza a nuestra industria y comercio. Pero además de apostar por el camino productivo, es necesario tomar medidas concretas frente a la inflación que carcome día a día los salarios de nuestro pueblo, porque sabemos que eso significa que las familias bajen la calidad de los alimentos que consumen y que se empobrezca poco a poco su calidad de vida.

Después de 8 meses, no hay margen para excusas que justifiquen la ausencia o inacción del Estado frente a las evidentes necesidades que van apareciendo producto de las propias políticas económicas implementadas.

Nos preocupa, como siempre, que los trabajadores no sean la variable de ajuste, cuando la recuperación económica se ve aún lenta y lejana. Y sobre todo, recuperar la esperanza y la confianza en el camino por el que vamos andando, que son los motores que nos animan a seguir luchando.

*Vicegobernador de Entre Ríos