Votar es definir el futuro, una expresión de las más genuinas que tenemos de ejercer la libertad, la cual nos garantiza la Constitución Nacional.
Cuando elegimos a nuestros representantes, ponemos una cuota importante de confianza en que ellos serán los que tienen la capacidad de resolver los problemas concretos que nos afectan diariamente como lo son los laborales, seguridad, educación y económicos.
El sistema electoral debe garantizarnos que sea sencillo para que todos podamos ejercer el derecho del voto, transparente y confiable, para que se respete la voluntad del elector.
Nuestra Constitución nos garantiza que los representantes sean elegidos directamente por el pueblo, sin intermediarios. Cada ciudadano habilitado para emitir su voto ingresa en el cuarto oscuro y expresa su voluntad, su decisión.
Un elemento fundamental para garantizar la transparencia electoral, que no es más que el respeto de la voluntad del ciudadano, es que tanto el votante como los fiscales partidarios puedan conocer el funcionamiento del sistema por completo, y que cada ciudadano, sin conocimiento técnico específico pueda auditarlo.
Lamentablemente, las autoridades de turno, en vez de ocuparse de los problemas reales que actualmente padecemos como el aumento de los servicios, alimentos, acceso al trabajo, educación y seguridad, entre otros priorizan impulsar una reforma política. Nos hablan de modernización electoral, que el sistema actual es lento, engorroso y poco transparente, pero sin embargo es el sistema con el cual ganaron las elecciones. Pareciera que ahora es imprescindible el voto electrónico, y la reforma electoral. Digamos que hay un apuro e interés incomprensible.
Surgen entonces algunas preguntas en torno a esta cuestión: ¿Cuál es la rapidez por modificar un sistema que viene funcionando exitosamente desde hace tanto tiempo?, y ¿lento para quién?, ¿acaso no vale la pena tardar un par de horas más para estar seguros y tranquilos de quién será el presidente de todo un país, o quién gobernará una provincia?
Todo sistema se puede mejorar, esas mejoras deben ser tratadas con seriedad, y abordar las cuestiones de fondo, que es la de garantizar la transparencia de la elección para que se respete la voluntad popular.
Hoy por hoy muchos ciudadanos tenemos una computadora, una cuenta de correo electrónico, un teléfono inteligente, etc. Acaso no han sentido alguna vez que la información y nuestros datos almacenados en todos estos medios digitales “modernos” pueden ser hackeados?, ¿acaso no instalamos siempre un antivirus en nuestra computadora o celular? Porqué lo hacemos? Sabemos que podemos tener un virus, que nos pueden hackear la cuenta de correo. De hecho a cada rato escuchamos en las noticias que hackearon la cuenta de tal o cual personalidad o página web de alguna institución. Lo que también sabemos es que los que manejan los aspectos técnicos informáticos son unos pocos, dependemos de ellos en estos temas, o no le ha pasado alguna vez tener que llamar a algún entendido en el tema para que le configure algo tan trivial como la impresora?.
Ya los países más adelantados y que han probado estos sistemas electrónicos están volviendo al papel. Alemania lo declaró inconstitucional, Finlandia dio marcha atrás, Holanda que fue pionera en la implantación del voto electrónico determinó que presentaba fallos de seguridad y volvió a los sistemas basados en papel. A estos se suma Irlanda y el Reino Unido con similares experiencias.
En Argentina, el programador Joaquín Sorianello alertó sobre las fallas en el sistema de voto electrónico en la Ciudad de Autónoma de Buenos Aires, diez días antes de las elecciones de 2015, y luego de recibir una denuncia penal en su contra por parte del gobierno de la ciudad, y de que le allanaran la casa, la justicia finalmente le dio la razón y dictaminó que el sistema era “vago y podía ser vulnerado”. Es decir que en Buenos Aires se votó con un sistema vulnerable que ahora nos lo pintan de caso exitoso, en contramano a lo que dijo la justicia y a la inversa de otros países del mundo. Los riesgos son altísimos, tenemos que aspirar a que el sistema sea más transparente, no más sombrío.
Al fin y al cabo, lo que podemos decir con certeza es que la confiabilidad de los sistemas de votación no se logra sólo con tal o cual tecnología, sino con un mayor compromiso ético de la dirigencia, a la hora de llevar adelante los procesos electorales. Ellos son lo que tienen que garantizarnos la transparencia y confiabilidad en cada elección y en cada acto de gobierno, para que se respete la voluntad del pueblo, no para eternizarse en el poder.
*Dirigentes Agrupación Alternativa Peronista
Transparencia y libertad
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Cuando elegimos a nuestros representantes, ponemos una cuota importante de confianza en que ellos serán los que tienen la capacidad de resolver los problemas concretos que nos afectan diariamente como lo son los laborales, seguridad, educación y económicos.
El sistema electoral debe garantizarnos que sea sencillo para que todos podamos ejercer el derecho del voto, transparente y confiable, para que se respete la voluntad del elector.
Nuestra Constitución nos garantiza que los representantes sean elegidos directamente por el pueblo, sin intermediarios. Cada ciudadano habilitado para emitir su voto ingresa en el cuarto oscuro y expresa su voluntad, su decisión.
Un elemento fundamental para garantizar la transparencia electoral, que no es más que el respeto de la voluntad del ciudadano, es que tanto el votante como los fiscales partidarios puedan conocer el funcionamiento del sistema por completo, y que cada ciudadano, sin conocimiento técnico específico pueda auditarlo.
Lamentablemente, las autoridades de turno, en vez de ocuparse de los problemas reales que actualmente padecemos como el aumento de los servicios, alimentos, acceso al trabajo, educación y seguridad, entre otros priorizan impulsar una reforma política. Nos hablan de modernización electoral, que el sistema actual es lento, engorroso y poco transparente, pero sin embargo es el sistema con el cual ganaron las elecciones. Pareciera que ahora es imprescindible el voto electrónico, y la reforma electoral. Digamos que hay un apuro e interés incomprensible.
Surgen entonces algunas preguntas en torno a esta cuestión: ¿Cuál es la rapidez por modificar un sistema que viene funcionando exitosamente desde hace tanto tiempo?, y ¿lento para quién?, ¿acaso no vale la pena tardar un par de horas más para estar seguros y tranquilos de quién será el presidente de todo un país, o quién gobernará una provincia?
Todo sistema se puede mejorar, esas mejoras deben ser tratadas con seriedad, y abordar las cuestiones de fondo, que es la de garantizar la transparencia de la elección para que se respete la voluntad popular.
Hoy por hoy muchos ciudadanos tenemos una computadora, una cuenta de correo electrónico, un teléfono inteligente, etc. Acaso no han sentido alguna vez que la información y nuestros datos almacenados en todos estos medios digitales “modernos” pueden ser hackeados?, ¿acaso no instalamos siempre un antivirus en nuestra computadora o celular? Porqué lo hacemos? Sabemos que podemos tener un virus, que nos pueden hackear la cuenta de correo. De hecho a cada rato escuchamos en las noticias que hackearon la cuenta de tal o cual personalidad o página web de alguna institución. Lo que también sabemos es que los que manejan los aspectos técnicos informáticos son unos pocos, dependemos de ellos en estos temas, o no le ha pasado alguna vez tener que llamar a algún entendido en el tema para que le configure algo tan trivial como la impresora?.
Ya los países más adelantados y que han probado estos sistemas electrónicos están volviendo al papel. Alemania lo declaró inconstitucional, Finlandia dio marcha atrás, Holanda que fue pionera en la implantación del voto electrónico determinó que presentaba fallos de seguridad y volvió a los sistemas basados en papel. A estos se suma Irlanda y el Reino Unido con similares experiencias.
En Argentina, el programador Joaquín Sorianello alertó sobre las fallas en el sistema de voto electrónico en la Ciudad de Autónoma de Buenos Aires, diez días antes de las elecciones de 2015, y luego de recibir una denuncia penal en su contra por parte del gobierno de la ciudad, y de que le allanaran la casa, la justicia finalmente le dio la razón y dictaminó que el sistema era “vago y podía ser vulnerado”. Es decir que en Buenos Aires se votó con un sistema vulnerable que ahora nos lo pintan de caso exitoso, en contramano a lo que dijo la justicia y a la inversa de otros países del mundo. Los riesgos son altísimos, tenemos que aspirar a que el sistema sea más transparente, no más sombrío.
Al fin y al cabo, lo que podemos decir con certeza es que la confiabilidad de los sistemas de votación no se logra sólo con tal o cual tecnología, sino con un mayor compromiso ético de la dirigencia, a la hora de llevar adelante los procesos electorales. Ellos son lo que tienen que garantizarnos la transparencia y confiabilidad en cada elección y en cada acto de gobierno, para que se respete la voluntad del pueblo, no para eternizarse en el poder.
*Dirigentes Agrupación Alternativa Peronista