Sobre la nueva sensación térmica del peronismo

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*Por Carlos Matteoda

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Gestión Bordet. La relación con el gobierno de Macri, las finanzas provinciales, la nueva composición legislativa y las tensiones internas del peronismo configuran un escenario novedoso para Entre Ríos.

Se sabe que la política puede ser conflicto y puede ser también choque de posturas; aunque el rumbo electoral definido en las últimas semanas parece indicar que el leitmotiv de estos tiempos será la búsqueda de consensos. Es conocido ya que el nuevo presidente argentino no tendrá quorum propio en ninguna de las dos Cámaras del Congreso Nacional. En la de Senadores a esa llave la tiene por ahora el Frente Para la Victoria; mientras que en Diputados, no la tiene nadie. Igualmente hay una importante cantidad de gobiernos provinciales en manos del FPV, aún habiendo ganado Macri en esos distritos en la elección presidencial, como es el caso de Entre Ríos.

Muchos de esos gobernadores peronistas a la vez están por estas horas sondeando quiénes serán los interlocutores con el staff macrista que en 17 días hará pie en la Casa Rosada. Uno de los pocos datos concretos que brindó ayer el ingeniero Mauricio Macri en la conferencia de prensa matutina fue que su gabinete económico estará integrado por seis ministros, al frente de seis áreas específicas; por lo que podría pensarse en un alto nivel de especificidad en quien se haga cargo de las relaciones económicas con las provincias. Es casi nada frente a la demanda mayor de discutir una nueva ley que regule la coparticipación federal de impuestos, pero es algo.(Algunos medios mencionan como posibles integrantes de esas áreas a Rogelio Frigerio, Alfonso Prat Gay, Guillermo Dietrich, Juan José Aranguren, Francisco Cabrera, Carlos Melconian y Federico Sturzenegger, entre otros). La semana pasada el excandidato a gobernador de Cambiemos, Alfredo De Ángeli, quien contaba que Macri le había dicho que sería el interlocutor entre la Nación y el gobierno provincial. Si bien la tarea de un legislador nacional que tenga llegada al Presidente y sus colaboradores más cercanos, puede ser importante; resulta difícil imaginar que esa tarea descanse en una sola persona que además no cuenta con experiencia de gestión ni demasiado conocimiento de los resortes de la burocracia estatal.

Una observación adicional casi obvia es que un señalamiento de Macri a De Ángeli en esos términos equivaldría casi al lanzamiento de De Ángeli en busca de un nuevo intento por la Gobernación en 2019. A algunos les podrá parecer apresurada la mención, a otros no tanto; pero lo que está claro es que la mayoría de los dirigentes radicales ni se imaginan votando otra vez por De Ángeli dentro de cuatro años… Volviendo a los interlocutores, se sobreentiende que en el caso de Entre Ríos, el interventor del PRO Rogelio Frigerio tendrá sí o sí intervención en el tema; y por ahí quien dice, Frigerio suena también para 2019.

La necesidad del consenso

La búsqueda de consensos será también una tarea diaria del equipo que encabezará el gobernador electo Gustavo Bordet. La trayectoria en la función pública e incluso la personalidad del dirigente concordiense parecen ir en ese sentido; pero sería una subestimación de la realidad pensar que con eso alcanza, ya que es obvio que el nuevo gobernador deberá hacer gala de una muñeca política notable para mantener una relación positiva con los 28 intendentes electos por Cambiemos y con bancadas opositoras numerosas en las dos Cámaras legislativas provinciales. El escenario económico provincial presenta además desafíos a corto plazo; concretamente a días de la asunción cuando deba hacerse frente al pago de sueldos y aguinaldos. Y también requerirá de modificaciones en la inversión pública/gasto público que podría incluir algunos gestos desde el mismo gobierno a través de modificaciones en la estructura de funcionarios, que presentaría algunos recortes respecto del actual esquema. También es posible que algunas de las sanciones legislativas que requiera el nuevo gobernador necesiten de los dos tercios de los votos (más allá de que en el presupuesto de 2016 se haya incluido la extensión de la reforma tributaria aprobada a fines de 2013).

Bordet deberá cultivar el consenso en un escenario político muy diferente al que existía cuando se alumbró su candidatura a gobernador. En ese punto, la necesidad de un ambiente de amplitud de ideas, de disposición al dialogo y de criterios unificadores resulta común a la Nación y a la Provincia.

Las tensiones internas

Otro aspecto del escenario político entrerriano tiene que ver con las tensiones dentro del oficialismo. El balance inevitable del año electoral muestra que el peronismo provincial, si bien retuvo la Gobernación, perdió muchas intendencias y varias bancas legislativas; y también perdió la elección presidencial en su distrito. Por supuesto que hay cientos de argumentos para discutir lo ocurrido; y muy pocos dirigentes en condiciones de pasar facturas sin asumir las deficiencias propias. Pero se advierte en el oficialismo una demanda de revalidar títulos a nivel local y a nivel provincial, tras el veredicto de las urnas. Algunos de los dirigentes que barajan estas ideas hablan de la necesidad de un “sinceramiento” de la situación del peronismo para salir a bancar la gestión de Bordet, que no estará exenta de dificultades, que se inicia en un contexto económico nacional e internacional por demás complejo, y que está muy lejos de los años de viento de cola que caracterizaron parte de la década kirchnerista. Otros dirigentes, tal vez con una mirada más acotada, empiezan a cuestionar la conducción provincial del gobernador Sergio Urribarri; quien tras la derrota de Daniel Scioli asumiría su banca de diputado provincial y la presidencia de la Cámara baja. Dentro de este grupo se encuentran por ejemplo, referentes del crestismo, que gobernará Concordia desde el 11 de diciembre.

En varios departamentos y municipios también se cuestiona a los referentes locales, a quienes se les atribuye parte de responsabilidad en las caídas electorales. Una salida posible, con el objetivo de reordenar el oficialismo provincial, es la realización de una elección interna en la que se disputen los cargos partidarios, y que sirva para ratificar o rever los pergaminos de cada uno; y también para enviar una señal más clara a quienes comienzan a insinuar la unificación de la conducción política con el ejercicio de la Gobernación.

El requisito para que ese proceso alumbre un peronismo fortalecido será que se permita la participación de todos los sectores en un pie de igualdad; más aún si se tiene en cuenta que algunas de las heridas que subsisten en el peronismo se profundizaron a raíz de una disputa interna en la que no existieron condiciones de igualdad completas. Sostienen dirigentes del oficialismo que ese proceso interno redundará en un fortalecimiento del peronismo no solamente ya para apuntalar la gestión provincial sino para dar la pelea por los cargos legislativos que se renuevan en 2017, cuando Cambiemos (o el macrismo solo, ya se sabrá) intentará consolidar su presencia en el país revirtiendo la composición de las Cámaras legislativas nacionales. Desde 1983 a la fecha, la de Bordet será la primera gestión completa de un gobernador entrerriano con un presidente de un signo político diferente. Ese dato hace reflexionar por estas horas al peronismo entrerriano.

*Periodista