José Lauritto zamarreó el avispero, despacito nomás

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El ministro quiere que no haya favoritismo en la definición del candidato a gobernador del oficialismo.  El pedido funciona como una advertencia.

El ministro quiere que no haya favoritismo.

El ministro quiere que no haya favoritismo.

Durante la últimas horas se hicieron recircular declaraciones que el exvicegobernador José Lauritto realizó sobre fin de diciembre en una radio de Concepción del Uruguay. La interpretación que se hace de las mismas, señalando que ahora el excompañero de fórmula de Sergio Urribarri entre 2007 y 2011 pateó el avispero del oficialismo, resulta cuanto menos antojadiza.
Por un lado hay que señalar que las críticas que Lauritto deslizó al gobernador por la ausencia de obras públicas en el Departamento Uruguay durante 2014 -se supone que para perjudicar su imagen- no son las primeras que realiza. Algo parecido ocurrió apenas concluido el recuento de votos de la elección de 2013, cuando encabezó la lista de candidatos a diputados nacionales del oficialismo, aunque luego no asumió el cargo.
También es conocido que el malestar del exjuez federal con el gobierno que integra es mucho más amplio, y que en privado no se limita en nada para marcar sus disidencias, a tal punto que alguna vez algún asistente a una audiencia con el ministro ha salido sorprendido por la visión que tiene el uruguayense de la administración de Urribarri.
Tampoco es novedad que Lauritto ha tenido charlas con dirigentes del sciolismo y también del entorno de Sergio Massa. En off the record el ministro ya había confiado, hace varios meses al autor de esta nota, tal situación. La decisión de contarlo públicamente en radio Río Litoral releva de la reserva comprometida oportunamente. También en aquel momento Lauritto manifestó que su respuesta había sido negativa, y que su idea era permanecer en el oficialismo. “Yo del peronismo no me voy. Creo en la raíz del peronismo de Perón y Evita”, dijo en aquel momento y lo repitió ahora.
La novedad la constituye la frase: “Ahora pregunto, ¿Acaso Massa no estuvo en la Anses o no fue jefe de Gabinete de (Néstor) Kirchner y de Cristina? Entonces, que me expliquen quién es peronista”. Claramente es una crítica a la postura ultrakirchnerista del gobernador Sergio Urribarri, quien en más de una oportunidad ha embestido contra el líder del Frente Renovador.
Si bien es cierto que puede considerarse contradictorio que el kirchnerismo ahora lo critique a Massa, del mismo modo puede entenderse el hecho de que ahora Massa critique al kirchnerismo del que fue parte. Y en el razonamiento de las contradicciones, Lauritto no queda al margen. Bien podrían preguntarle los habitantes de su Departamento y de su ciudad, porqué permanece en un gobierno con el que discrepa; o porqué aceptó durante 2014 -o incluso desde el inicio de la segunda gestión de Urribarri- la discriminación que ahora denuncia.
O más aún, porqué después de decir lo que dijo, sigue siendo parte del gobierno.
Está claro que Lauritto ha marcado algunas veces su descontento. Ningún otro ministro hablaría en este tono del gobierno provincial, ya sea por alineamiento con Urribarri o por ser parte del gobierno, pero no lo harían.
También es cierto que dejó esperando al gobernador durante una visita del ministro de Educación de la Nación Alberto Sileoni porque se enteró de la actividad una hora antes de su inicio, pero eso es un gesto para que se comente en la Casa de Gobierno, sin que llegue a conocimiento de mucha gente.
Lauritto no quiere irse del gobierno ni del oficialismo. Está claro que no necesita el sueldo de ministro, que no se lo cuestiona por presuntos hechos de corrupción, que puede ganarse la vida en base a su capacidad intelectual y que goza del aprecio de buena parte de los vecinos de La Histórica. Es decir, podría dejar el gobierno sin sofocones, pero permanece.
Tampoco quiere irse del oficialismo urribarrista. Si Scioli y Massa quisieron sumarlo a sus proyectos, podría haberse ido. Todo parece indicar que el exvicegobernador decide hacer públicas esas circunstancias para poner en evidencia que está mejor posicionado que los otros aspirantes a la candidatura a gobernador. Algo así como decir: “Mirá que a mí me llamaron de otros. Valoren entonces que quedo acá”. O tal vez: “Soy el único que tiene vuelo propio y que no necesita de Urribarri para ser candidato”. Pero, finalmente se queda, para disputar la candidatura con sus colegas del gabinete o algún intendente, y reclama que sea en igualdad de condiciones.
Hace un tiempo, Lauritto dejó entrever que se inclinaba por disputar una candidatura departamental en 2015. Tal vez no tuvo del oficialismo la respuesta que esperaba y por eso retoma la idea de la postulación a la Gobernación. (De mantenerse en carrera el scezista diputado provincial Marcelo Bisogni, Concepción del Uruguay tendrá dos aspirantes a la candidatura a gobernador del PJ).
Ahora Lauritto dice que podría ser precandidato a gobernador y le reclama a Urribarri no que lo elija, sino que no lo perjudique. Porque Lauritto se siente perjudicado por el gobernador, eso lo saben todos los peronistas entrerrianos, en buena medida porque él no lo oculta.
Aspiraba a ser candidato a vicegobernador en 2011, y finalmente lo fue José Cáceres. Aseguran en el entorno del actual ministro de Educación, que Urribarri lo bajó sobre el filo de la oficialización de las listas. Luego vino el corrimiento del cargo de ministro de Desarrollo Social, después la asunción de la candidatura a diputado provincial en primer término por la que resultó electo, pero no asumió porque cedió el lugar y finalmente fue nombrado al frente del anodino Ministerio de Educación, Prevención de Adicciones y Deportes (una cartera que se superpone en sus facultades con el Consejo General de Educación). Posteriormente en 2013 volvió a prestar su nombre para encabezar la lista de candidatos a diputados nacionales, pero no asumió, se supone que por decisión propia, para no abandonar el territorio, explicaron oportunamente en su entorno.
Habiendo dado todos estos pasos al costado, Lauritto entiende que cuanto menos merece un trato igual con el resto de los precandidatos. “Al Pato le alcanza con que no lo jodan”, explican sus allegados, mencionando por su apodo al uruguayense. Apodo que comparte con Urribarri.
Pero Lauritto en realidad pide algo más, algo que es difícil de conceder: que no haya dedo en la designación de los candidatos. Debe entenderse esto como permitir que varios jueguen sus aspiraciones en las PASO sin injerencia ni apoyos del urribarrismo.
Pide que Urribarri no tenga a sus favoritos para gobernador, vicegobernador, intendentes o legisladores; o que si los tiene, no los ayude.
Nadie es ingenuo es esto. Pedir que no haya dedo no sirve para nada, que no sea advertir anticipadamente que habrá dedo.
Todos los funcionarios (salvo algunas pocas excepciones) fueron favorecidos por el dedo en algún momento. El sistema es así; para convencerse basta repasar la historia reciente de casi todos los dirigentes del oficialismo. Sería extensísimo, pero si no véase por ejemplo cómo se arman las listas de candidatos a diputados. Si no hubiera tanto dedo, habría que pensar que José Allende es uno de los dirigentes que más votos tiene en Entre Ríos porque lleva tres mandatos consecutivos en la Cámara baja y está cerca de enhebrar el cuarto.
Pedir que no haya dedo, sirve para denunciar que habrá dedo. Eso es lo que hace Lauritto: denuncia que habrá dedo.
Para que no ocurra, porque es parte de la lógica con la que se maneja la política por esta zona del mundo, debe generarse la suficiente presión (en este caso sobre Urribarri y su entorno más cercano) para que desista de usar el dedo.
Podría ocurrir que por la necesidad de darle volumen político al oficialismo, el urribarrismo permita que haya dos o tres fórmulas compitiendo en las PASO por la candidaturas a gobernador y vice para octubre. Pero en ese caso, podría haber un poco menos dedo. La primera pregunta que uno se hace ante esa hipótesis es cuál va a ser el criterio para el pegado de las boletas.
Si Lauritto quiere que el 9 de agosto Urribarri se siente a escuchar la radio para enterarse quién será el candidato a gobernador de su partido, y que se sorprenda con el resultado, deberá forzarlo a ello. ¿Será capaz?
Por lo pronto el mensaje del ministro de Educación parece ser: “Yo quiero competir por la candidatura, no me jodan. Miren que cada vez que me necesitaron, estuve al pie del cañón”. Eso, hoy por hoy, parece estar lejos de lo que se entiende como patear el avispero. En todo caso, lo zamarreó despacito. (Fuente: Carlos Matteoda – Diario Uno)