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El profesor de Educación Física y militante del MST, Nicolás Calabrese en diálogo con el portal Debate Abierto relató el traumático momento de su intercepción en aguas internacionales mientras participaba en la Flotilla Global Sumud, una misión humanitaria que buscaba llevar alimentos y medicamentos a Gaza. Calabrese criticó la vergüenza que significa la inacción de los líderes mundiales ante el genocidio palestino y reveló las condiciones de incomunicación y violencia que vivió durante sus tres días de detención en Israel.

Calabrese, un paranaense radicado en Río de Janeiro (Brasil) desde hace 11 años, es profesor de educación física y activista de izquierda. Su experiencia en navegación a vela, adquirida trabajando en un proyecto social, lo llevó a ser seleccionado, junto a otras 500 personas de 44 países, para participar en la Flotilla Global Sumud que partió desde Barcelona el 30 de agosto. El objetivo de la misión era llevar ayuda humanitaria, incluyendo alimentos, medicamentos, agua mineral y fórmula láctea para niños a la Franja de Gaza.
Antes de ser interceptados, Calabrese relató que sufrieron dos ataques muy fuertes: el primero con dos bombas incendiarias en aguas territoriales de Túnez, y el segundo con más de 13 ataques con bombas explosivas y de sustancias químicas en aguas internacionales, aunque afortunadamente nadie resultó herido.
El secuestro final ocurrió a 76 millas de la costa, muy lejos de las 12 millas que marcan las aguas nacionales israelíes.
Calabrese describió a Debate Abierto el momento de la intercepción como una escena de película de terror cuando 15 soldados de la Marina Israelí completamente equipados, con fusiles, chalecos antibala y cascos con las caras tapadas, abordaron la embarcación.
“Los tripulantes fuimos llevados contra nuestra voluntad al puerto de Ashdot, mientras constantemente fuimos apuntados con la punta del fusil”, describió.
Durante su detención, que en su caso duró tres días, las condiciones fueron deplorables. En el puerto de Ashdot hubo más violencia física en el sentido de arrastrarnos, empujarnos y golpearnos. En la cárcel, estuvieron incomunicados, sin acceso a alimentación (solo agua por 15 horas), y en un calor sofocante sin permiso para salir de la celda, ni bañarse. Por protocolo de seguridad, Nicolás había descartado su celular tirándolo al agua, y perdió todas sus pertenencias, quedándose solo con su ropa interior y el uniforme carcelario.
Calabrese, quien fue liberado anticipadamente gracias a su pasaporte italiano y la activa gestión de la cancillería de ese país, condenó la situación. Señaló que Israel es un gobierno genocida y que el pueblo palestino está sufriendo una hambruna planificada.
El activista criticó duramente a los líderes mundiales, tildando de vergüenza la necesidad de que la sociedad civil tenga que llevar a cabo este tipo de acciones, pues las atrocidades podrían detenerse de inmediato si los gobiernos tomaran medidas concretas contra Israel.
Y sobre el reciente acuerdo de alto al fuego, aunque lo ve como una continuidad del colonialismo, también lo considera una luz al final del túnel y una esperanza para que la gente tenga acceso a medicamentos y alimentos básicos.
A pesar del trauma, Nicolás afirmó que lo volvería a hacer, motivado por la convicción de que la vida de un niño palestino vale lo mismo que la de cualquier otra persona. (Fuente: Debate Abierto)
El paranaense Calabrese comparó su secuestro con una “escena de película de terror”
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El profesor de Educación Física y militante del MST, Nicolás Calabrese en diálogo con el portal Debate Abierto relató el traumático momento de su intercepción en aguas internacionales mientras participaba en la Flotilla Global Sumud, una misión humanitaria que buscaba llevar alimentos y medicamentos a Gaza. Calabrese criticó la vergüenza que significa la inacción de los líderes mundiales ante el genocidio palestino y reveló las condiciones de incomunicación y violencia que vivió durante sus tres días de detención en Israel.
Calabrese, un paranaense radicado en Río de Janeiro (Brasil) desde hace 11 años, es profesor de educación física y activista de izquierda. Su experiencia en navegación a vela, adquirida trabajando en un proyecto social, lo llevó a ser seleccionado, junto a otras 500 personas de 44 países, para participar en la Flotilla Global Sumud que partió desde Barcelona el 30 de agosto. El objetivo de la misión era llevar ayuda humanitaria, incluyendo alimentos, medicamentos, agua mineral y fórmula láctea para niños a la Franja de Gaza.
Antes de ser interceptados, Calabrese relató que sufrieron dos ataques muy fuertes: el primero con dos bombas incendiarias en aguas territoriales de Túnez, y el segundo con más de 13 ataques con bombas explosivas y de sustancias químicas en aguas internacionales, aunque afortunadamente nadie resultó herido.
El secuestro final ocurrió a 76 millas de la costa, muy lejos de las 12 millas que marcan las aguas nacionales israelíes.
Calabrese describió a Debate Abierto el momento de la intercepción como una escena de película de terror cuando 15 soldados de la Marina Israelí completamente equipados, con fusiles, chalecos antibala y cascos con las caras tapadas, abordaron la embarcación.
“Los tripulantes fuimos llevados contra nuestra voluntad al puerto de Ashdot, mientras constantemente fuimos apuntados con la punta del fusil”, describió.
Durante su detención, que en su caso duró tres días, las condiciones fueron deplorables. En el puerto de Ashdot hubo más violencia física en el sentido de arrastrarnos, empujarnos y golpearnos. En la cárcel, estuvieron incomunicados, sin acceso a alimentación (solo agua por 15 horas), y en un calor sofocante sin permiso para salir de la celda, ni bañarse. Por protocolo de seguridad, Nicolás había descartado su celular tirándolo al agua, y perdió todas sus pertenencias, quedándose solo con su ropa interior y el uniforme carcelario.
Calabrese, quien fue liberado anticipadamente gracias a su pasaporte italiano y la activa gestión de la cancillería de ese país, condenó la situación. Señaló que Israel es un gobierno genocida y que el pueblo palestino está sufriendo una hambruna planificada.
El activista criticó duramente a los líderes mundiales, tildando de vergüenza la necesidad de que la sociedad civil tenga que llevar a cabo este tipo de acciones, pues las atrocidades podrían detenerse de inmediato si los gobiernos tomaran medidas concretas contra Israel.
Y sobre el reciente acuerdo de alto al fuego, aunque lo ve como una continuidad del colonialismo, también lo considera una luz al final del túnel y una esperanza para que la gente tenga acceso a medicamentos y alimentos básicos.
A pesar del trauma, Nicolás afirmó que lo volvería a hacer, motivado por la convicción de que la vida de un niño palestino vale lo mismo que la de cualquier otra persona. (Fuente: Debate Abierto)