Hacía dedo para enseñar en ocho escuelas, compró un auto y chocó con un camión

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Héctor Silva recorría 2.500 kilómetros por semana para dar clases en Entre Ríos. Pidió un préstamo y pudo comprarse un viejo Renault 12. A las dos semanas, chocó contra un camión. “Estoy vivo de milagro y los médicos pudieron salvarme las piernas”, contó.

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Hacía dedo para enseñar en 8 escuelas. Héctor Silva, docente de Física y Química de 30 años, es conocido por su compromiso y vocación. Daba clases en ocho escuelas diferentes de Entre Ríos, recorría 2.500 kilómetros por semana haciendo dedo y cobraba un salario que apenas le alcanzaba para cubrir sus necesidades.

A finales de ese año, logró comprarse un viejo Renault 12 gracias a un préstamo bancario. Sin embargo, su sueño de alivio y autonomía duró apenas dos semanas: chocó de frente con un camión y casi pierde la vida.

“Casi me voy para donde no se vuelve, estoy vivo de milagro y los médicos pudieron salvarme las piernas, que pensé que las perdía”, relató el docente, aún conmovido por lo ocurrido.

Silva, que daba clases en Gualeguaychú, Parera, Urdinarrain, Larroque y Perdices, decidió dar el paso y adquirir el auto que lo liberaría de las constantes corridas y la incertidumbre de viajar a dedo. “Lo tenía visto hacía días… La última vez que vi el autito, en los primeros días de noviembre, le dije a Milagros, mi mujer: ‘Nos está esperando a nosotros, no puede ser que lo volvamos a ver, es una señal’”.

Un accidente que cambió su vida

El accidente ocurrió el 5 de diciembre, cuando salía de una escuela de Parera rumbo a Perdices. “Venía cansado por estar trabajando tantas horas y por el acumule que llevaba en el año. Yendo por la Ruta 16, cabeceé un segundo, se me fue el auto, mordí el guardarrail y me fui hacia el lado de la mano contraria, donde venía un camión con chasis y acoplado”, explicó. El impacto fue tan violento que dio varias vueltas y no cayó a un arroyo de milagro. Fue rescatado por la Policía y los Bomberos, y trasladado primero a Larroque y luego a Gualeguaychú, donde estuvo internado 20 días.

Silva había logrado comprar el Renault 12 por tres millones y medio de pesos. “Me lo dieron a mediados de noviembre y me duró dos semanas. No lo puedo creer”, lamenta. El auto quedó completamente destruido. Durante seis años nunca tuvo inconvenientes viajando en colectivo o a dedo, y la primera vez que pudo viajar en su propio vehículo, estuvo al borde de perder la vida.

El costo emocional y físico del accidente

El golpe fue devastador, no solo en lo físico, sino también en lo psicológico. “Fue un golpe muy fuerte… La cantidad de politraumatismos me sacudió, sobre todo en la cadera, el hombro y en la cabeza”. Aún en rehabilitación, Silva no pudo comenzar el ciclo lectivo 2025: “Otra paradoja es que la primera cuota del auto la pagué estando internado. Estoy que me como las paredes”, dice, mientras relata cómo su día a día se convirtió en una rutina de médicos, estudios y reposo obligado.

El apoyo de su mujer Milagros y su hijo Eric ha sido clave en su recuperación. “La primera vez que vino mi pequeño a verme al hospital, entró llorando y desesperado me preguntó: ‘¿papi, tenés las piernas?’… tuve que levantar las sábanas y mostrarle que mis piernas estaban ahí, lastimadas, pero estaban”.

El profesor admite que teme volver a manejar: “Hoy me da mucho miedo manejar y mucho más en una ruta… Habrá que poner la cabeza en remojo”. La inversión en el vehículo ahora se convirtió en una pesada deuda: el seguro no cubrirá los daños y el Renault quedó inutilizable. “Ojalá poder recibir algún tipo de ayuda para poder cambiarle las puertas… Todo será bienvenido para, por lo menos, hacerlo funcionar de nuevo”. (Fuente: Clarin)

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