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Con años de observación y una técnica transmitida por su abuelo, un cordobés puede predecir “si viene tormenta fea” con cuatro días de anticipación. En el pueblo le dicen “el hombre de la botella del tiempo”.
El hombre de la botella del tiempo. Osvaldo Ferrochio tiene 70 años y, desde los 10, lo desvela la historia de una botella que, según le transmitieron su padre y su abuelo, es capaz de pronosticar cómo estará el tiempo y si habrá tormentas.
“No sé por qué, pero me marca si va a llover con cuatro días de anticipación, y no le erra”, explica.
El presunto recurso de sabiduría popular podría emparentarse con un barómetro utilizado por el marino y meteorólogo Robert Fitzroy. El uso del “storm glass”, vaso de tormenta, fue promovido por el almirante inglés a mediados del siglo XIX, en los viajes del HMS Beagle, junto al legendario Charles Darwin.
Fitzroy utilizaba un recipiente de cristal con una mezcla de agua destilada, etanol, cloruro de amonio, nitrato de potasio y alcanfor. El aspecto del líquido contenido variaba (filamentos, plumas, motas) según los cambios de la temperatura y la presión, lo que le permitía predecir tormentas.
Pero a diferencia de aquel “vaso de tormenta”, Ferrochio sólo usa agua de pozo.
El método del riocuartense incluye una botella de vidrio blanco, de un litro, colocada boca abajo, encastrada en el pico de un antiguo envase de vidrio más grande, enterrado y lleno de agua “de tanque o de lluvia”.
La botella que tiene enterrada es de una marca tradicional de aceite de cocina, color marrón, que ya no está en el mercado.
Cómo funciona
Osvaldo explica que el envase enterrado no puede llenarse con agua de red porque “si tiene cloro, la botella no funciona”.
Con las dos botellas unidas por sus picos, el hombre hace una lectura de la colocada arriba, a diferentes horas del día. Se fija si se empaña, si le sube el agua, si le aparecen rayas.
La información transmitida por su familia, sumada a lo que él mismo ha observado, durante décadas, le ha permitido establecer un patrón de “señales” para interpretar lo que ocurrirá con el tiempo exactamente cuatro días después. “Si el agua no sube al menos unos tres centímetros no va a llover”, proclama.
“En la botella de arriba, cuando aparecen rayas es nevada. Si se empaña toda, es frio. Si se empaña la parte de arriba es nublado. Si sube el agua de abajo, es lluvia. Y si sube con globitos, como la cerveza, es piedra, tormenta mala. Pero la botella me marca siempre cuatro días antes de que pase”, revela.
Osvaldo cuenta que controla la botella a la mañana, a la tarde y a la noche, e incluso lleva un registro de lluvias para corroborar sus pronósticos. “Le pongo una gomita, si la transpiración sube, la temperatura va a subir, si baja, va a hacer más frío”, dice.
Ferrochio confiesa que su sueño era estudiar meteorología, pero cuando era joven tuvo que dedicarse a trabajar. Siempre quiso encontrar explicaciones científicas de lo que considera “totalmente comprobado en la práctica” por sus botellas.
Una herencia
El cordobés recuerda que el método de la botella lo trajo su abuelo Pedro, de Italia. Él se lo transmitió a Fernando, su padre, quien todos los días “revisaba cómo trabajaba la botella”. Asegura que en la zona rural de Cuatro Vientos, donde vivían hace 60 años, había varios colonos que usaban el mismo recurso para saber si iba a llover.
“Sé que había varias botellas colocadas en los campos, así los vecinos sabían por dónde pasarían las tormentas. Cada una cubre un radio de unos 25 kilómetros; con esta cubro todo Río Cuarto”, calcula.
A Osvaldo ya lo llaman “el hombre de la botella del tiempo”. Está convencido de sus pronósticos, pero aún le intriga saber “por qué la botella trabaja así”. Nunca tuvo una opinión científica sobre el tema.
“Con gente del colegio Cristo Rey estuvimos viendo por qué la botella hace ese trabajo. Calculamos que es por la presión atmosférica, pero no sabemos. No sabemos por qué, pero es eficaz. No le erra”, insiste.
Osvaldo agrega que, tras escuchar su historia, varias personas han armado un artefacto similar, pero hay algunos secretos para la interpretación. “Yo he visto que si la luna nueva se hace con lluvia te llueve toda la luna, pero cuando a la luna le ves cuernitos para arriba no esperen lluvia (…), hay que conjugar todo, muchas cosas para interpretar, a mí me es fácil porque la miro desde los 10 años”, comenta.
Ferrochio no es muy amigo de las redes sociales, pero cuando ve burbujas en la botella, no duda en dar su propios alertas a sus contactos a través de su estado de WhatsApp y sus grupos. (Fuente: La Voz)
Con dos botellas pronostica el tiempo desde hace 60 años “y no le erra”
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Con años de observación y una técnica transmitida por su abuelo, un cordobés puede predecir “si viene tormenta fea” con cuatro días de anticipación. En el pueblo le dicen “el hombre de la botella del tiempo”.
El hombre de la botella del tiempo. Osvaldo Ferrochio tiene 70 años y, desde los 10, lo desvela la historia de una botella que, según le transmitieron su padre y su abuelo, es capaz de pronosticar cómo estará el tiempo y si habrá tormentas.
“No sé por qué, pero me marca si va a llover con cuatro días de anticipación, y no le erra”, explica.
El presunto recurso de sabiduría popular podría emparentarse con un barómetro utilizado por el marino y meteorólogo Robert Fitzroy. El uso del “storm glass”, vaso de tormenta, fue promovido por el almirante inglés a mediados del siglo XIX, en los viajes del HMS Beagle, junto al legendario Charles Darwin.
Fitzroy utilizaba un recipiente de cristal con una mezcla de agua destilada, etanol, cloruro de amonio, nitrato de potasio y alcanfor. El aspecto del líquido contenido variaba (filamentos, plumas, motas) según los cambios de la temperatura y la presión, lo que le permitía predecir tormentas.
Pero a diferencia de aquel “vaso de tormenta”, Ferrochio sólo usa agua de pozo.
El método del riocuartense incluye una botella de vidrio blanco, de un litro, colocada boca abajo, encastrada en el pico de un antiguo envase de vidrio más grande, enterrado y lleno de agua “de tanque o de lluvia”.
La botella que tiene enterrada es de una marca tradicional de aceite de cocina, color marrón, que ya no está en el mercado.
Cómo funciona
Osvaldo explica que el envase enterrado no puede llenarse con agua de red porque “si tiene cloro, la botella no funciona”.
Con las dos botellas unidas por sus picos, el hombre hace una lectura de la colocada arriba, a diferentes horas del día. Se fija si se empaña, si le sube el agua, si le aparecen rayas.
La información transmitida por su familia, sumada a lo que él mismo ha observado, durante décadas, le ha permitido establecer un patrón de “señales” para interpretar lo que ocurrirá con el tiempo exactamente cuatro días después. “Si el agua no sube al menos unos tres centímetros no va a llover”, proclama.
“En la botella de arriba, cuando aparecen rayas es nevada. Si se empaña toda, es frio. Si se empaña la parte de arriba es nublado. Si sube el agua de abajo, es lluvia. Y si sube con globitos, como la cerveza, es piedra, tormenta mala. Pero la botella me marca siempre cuatro días antes de que pase”, revela.
Osvaldo cuenta que controla la botella a la mañana, a la tarde y a la noche, e incluso lleva un registro de lluvias para corroborar sus pronósticos. “Le pongo una gomita, si la transpiración sube, la temperatura va a subir, si baja, va a hacer más frío”, dice.
Ferrochio confiesa que su sueño era estudiar meteorología, pero cuando era joven tuvo que dedicarse a trabajar. Siempre quiso encontrar explicaciones científicas de lo que considera “totalmente comprobado en la práctica” por sus botellas.
Una herencia
El cordobés recuerda que el método de la botella lo trajo su abuelo Pedro, de Italia. Él se lo transmitió a Fernando, su padre, quien todos los días “revisaba cómo trabajaba la botella”. Asegura que en la zona rural de Cuatro Vientos, donde vivían hace 60 años, había varios colonos que usaban el mismo recurso para saber si iba a llover.
“Sé que había varias botellas colocadas en los campos, así los vecinos sabían por dónde pasarían las tormentas. Cada una cubre un radio de unos 25 kilómetros; con esta cubro todo Río Cuarto”, calcula.
A Osvaldo ya lo llaman “el hombre de la botella del tiempo”. Está convencido de sus pronósticos, pero aún le intriga saber “por qué la botella trabaja así”. Nunca tuvo una opinión científica sobre el tema.
“Con gente del colegio Cristo Rey estuvimos viendo por qué la botella hace ese trabajo. Calculamos que es por la presión atmosférica, pero no sabemos. No sabemos por qué, pero es eficaz. No le erra”, insiste.
Osvaldo agrega que, tras escuchar su historia, varias personas han armado un artefacto similar, pero hay algunos secretos para la interpretación. “Yo he visto que si la luna nueva se hace con lluvia te llueve toda la luna, pero cuando a la luna le ves cuernitos para arriba no esperen lluvia (…), hay que conjugar todo, muchas cosas para interpretar, a mí me es fácil porque la miro desde los 10 años”, comenta.
Ferrochio no es muy amigo de las redes sociales, pero cuando ve burbujas en la botella, no duda en dar su propios alertas a sus contactos a través de su estado de WhatsApp y sus grupos. (Fuente: La Voz)