Leido 219 veces
*Por Ladislao F. Uzín Olleros
“Ante un mundo en turbulencia, seguir preservando la región como zona estable y pacífica no es sólo importante para la democracia y el desarrollo integral de los pueblos, sino que también favorece a generar un clima atractivo para acercar inversiones y fomentar su desarrollo.” (Martín Paleo, jefe del Estado Mayor Conjunto de las FF.AA., 11 junio 2022).-
El conflicto desatado en Medio Oriente, agravado por los recientes episodios agresivos desde Irán contra Israel, envuelve alineamientos en distintos niveles, con adhesiones a uno u otro de los bandos en pugna.-
El presidente Milei se ha manifestado abierta y vehementemente, inclinándose por el estado hebreo, conformando un comité de crisis, invitando al embajador de ese país a una reunión de gabinete, disponiéndose el cierre preventivo de las legaciones diplomáticas en Israel, Irán, El Líbano y Siria; el vocero presidencial Manuel Adorni comunicó que Milei regresaba de una gira internacional para conformar un comité de crisis “en virtud de los últimos acontecimientos ocurridos en Israel para “ponerse al frente de la situación y coordinar acciones con los presidentes del mundo occidental”.-
En las circunstancias gravísimas en que se expande la coyuntura, con riesgo cierto de escalar a cotas alarmantes, el involucrar a la Argentina en el conflicto de Medio Oriente debería convocar a una reflexión más profunda de quien está al frente del gobierno nacional, para lo cual no deben quedar en el olvido los episodios terroristas ocurridos en nuestro país, cuales fueron los acaecidos en la Embajada de Israel (1992) y en la Asociación Mutual Israelita Argentina –AMIA- (1994), precedidos por la participación argentina en la Guerra del Golfo (1990-1991), con el envío de dos buques de guerra y personal militar; el entonces presidente Carlos Saúl Menem declararía la posibilidad que esos dos atentados fueran un desquite a consecuencia de esa participación de la República en la operación militar, integrando la fuerza multinacional encabezada por EE.UU.-
Vistos esos antecedentes, el tomar partido por uno de los sectores en pugna luego de que la Cámara de Casación declarara a Irán como Estado terrorista por su participación en el atentado a la AMIA, no asoma como la actitud más adecuada en estos momentos, siendo la prudencia y la moderación el escenario más conveniente para presentarse ante el conflicto. Por caso, repárese que el mismísimo presidente de EE.UU., Joe Biden, ha recomendado al premier israelí Benjamín Netanyahu, no escalar el conflicto, y que, en tal eventualidad, las fuerzas armadas de EE.UU. no participarán de ninguna contraofensiva contra Irán, lo cual es aleccionador considerando que ambos son aliados naturales.-
Por lo demás, Argentina no está en condiciones de aportar material bélico ni personal militar, cuando carece de equipamiento en número y calidad suficiente para el resguardo de su litoral marítimo, depredado por incursiones de flotas pesqueras foráneas que se apropian de nuestra riqueza ictícola.-
Sí es razonable que se incrementen las tareas de inteligencia preventiva y se refuercen los puntos neurálgicos de nuestras fronteras para anticiparse a cualquier infiltración con propósitos terroristas, y se amplifiquen las guardias en la legación diplomática de Israel y en centros donde se asienten instituciones de esa pertenencia.-
A través de la historia, Argentina se caracterizó por su política de no injerencia en los conflictos extramuros, principio enraizado en esa tradición de nuestra diplomacia, boyante en resguardar al país de la abierta confrontación entre EE.UU. y la URSS, luego de culminada la Segunda Guerra Mundial (1945), lo que se conoce como la Guerra Fría, que llevó al mundo al borde de la guerra atómica en ocasión de la crisis de los misiles en Cuba (1962).-
Nuestro país siempre destacó por la práctica invariable de esa política de no intervención, pacifista, bregando por la solución diplomática antes que saldarla en un enfrentamiento bélico. Por caso, la Doctrina Drago es uno de los ejemplos más preclaros al respecto; fue comunicada en diciembre de 1902 por el ministro de Relaciones Exteriores argentino, Luis María Drago, durante la segunda presidencia de Julio Argentino Roca, en ocasión que EE.UU. produjo un bloqueo naval contra Venezuela con el objetivo de cobrar una deuda externa de la nación latinoamericana. Esa doctrina jurídica establece que ningún Estado extranjero puede utilizar la fuerza contra una nación americana para el cobro de una deuda financiera, principio que ha trascendido y que permanece vigente en el curso de los tiempos.-
En 1936, otro argentino, el Dr. Carlos Saavedra Lamas, obtuvo el Premio Nobel de la Paz por haber inspirado el Pacto antibélico Saavedra.
Lamas, rubricado por 21 naciones, que se convirtió en un instrumento jurídico internacional. Es la primera presea conferida a un argentino en reconocimiento a su aporte para la humanidad, a lo que se sumó su lúcida intervención como mediador para poner fin a la Guerra del Chaco (1932-1935) que enfrentó a Bolivia y Paraguay por cuestiones limítrofes, con un saldo cercano a los 100.000 muertos entre los dos bandos.-
Tambien es de práctica que nuestro país contribuya con fuerzas armadas en tiempos de paz, siendo reconocida la presencia argentina en varios enclaves donde se suscitan conflictos (ej: en Haití).-
Lo dicho sirve para poner en valor la actitud tradicional de nuestro país ante contextos de beligerancia; práctica que sería aconsejable renovar en el actual escenario de Medio Oriente, sumándose a la postulación propuesta por Naciones Unidas, expresada por el Secretario General Antonio Guterres en la reunión de emergencia del Consejo de Seguridad, recordando a los Estados miembros que la Carta de la ONU prohíbe el uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, al tiempo que condenó el ataque de Irán y advirtió contra una nueva escalada.- Optar por el camino de la diplomacia sería prudente y saludable, evitando involucrar a la Argentina en una disputa que le es exótica y que podría encaminar a consecuencias negativas (actos de terrorismo) que experiencias traumáticas ya padecidas sugieren evitar.-
*Abogado.
Posicionarse ante el conflicto
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*Por Ladislao F. Uzín Olleros
“Ante un mundo en turbulencia, seguir preservando la región como zona estable y pacífica no es sólo importante para la democracia y el desarrollo integral de los pueblos, sino que también favorece a generar un clima atractivo para acercar inversiones y fomentar su desarrollo.” (Martín Paleo, jefe del Estado Mayor Conjunto de las FF.AA., 11 junio 2022).-
El conflicto desatado en Medio Oriente, agravado por los recientes episodios agresivos desde Irán contra Israel, envuelve alineamientos en distintos niveles, con adhesiones a uno u otro de los bandos en pugna.-
El presidente Milei se ha manifestado abierta y vehementemente, inclinándose por el estado hebreo, conformando un comité de crisis, invitando al embajador de ese país a una reunión de gabinete, disponiéndose el cierre preventivo de las legaciones diplomáticas en Israel, Irán, El Líbano y Siria; el vocero presidencial Manuel Adorni comunicó que Milei regresaba de una gira internacional para conformar un comité de crisis “en virtud de los últimos acontecimientos ocurridos en Israel para “ponerse al frente de la situación y coordinar acciones con los presidentes del mundo occidental”.-
En las circunstancias gravísimas en que se expande la coyuntura, con riesgo cierto de escalar a cotas alarmantes, el involucrar a la Argentina en el conflicto de Medio Oriente debería convocar a una reflexión más profunda de quien está al frente del gobierno nacional, para lo cual no deben quedar en el olvido los episodios terroristas ocurridos en nuestro país, cuales fueron los acaecidos en la Embajada de Israel (1992) y en la Asociación Mutual Israelita Argentina –AMIA- (1994), precedidos por la participación argentina en la Guerra del Golfo (1990-1991), con el envío de dos buques de guerra y personal militar; el entonces presidente Carlos Saúl Menem declararía la posibilidad que esos dos atentados fueran un desquite a consecuencia de esa participación de la República en la operación militar, integrando la fuerza multinacional encabezada por EE.UU.-
Vistos esos antecedentes, el tomar partido por uno de los sectores en pugna luego de que la Cámara de Casación declarara a Irán como Estado terrorista por su participación en el atentado a la AMIA, no asoma como la actitud más adecuada en estos momentos, siendo la prudencia y la moderación el escenario más conveniente para presentarse ante el conflicto. Por caso, repárese que el mismísimo presidente de EE.UU., Joe Biden, ha recomendado al premier israelí Benjamín Netanyahu, no escalar el conflicto, y que, en tal eventualidad, las fuerzas armadas de EE.UU. no participarán de ninguna contraofensiva contra Irán, lo cual es aleccionador considerando que ambos son aliados naturales.-
Por lo demás, Argentina no está en condiciones de aportar material bélico ni personal militar, cuando carece de equipamiento en número y calidad suficiente para el resguardo de su litoral marítimo, depredado por incursiones de flotas pesqueras foráneas que se apropian de nuestra riqueza ictícola.-
Sí es razonable que se incrementen las tareas de inteligencia preventiva y se refuercen los puntos neurálgicos de nuestras fronteras para anticiparse a cualquier infiltración con propósitos terroristas, y se amplifiquen las guardias en la legación diplomática de Israel y en centros donde se asienten instituciones de esa pertenencia.-
A través de la historia, Argentina se caracterizó por su política de no injerencia en los conflictos extramuros, principio enraizado en esa tradición de nuestra diplomacia, boyante en resguardar al país de la abierta confrontación entre EE.UU. y la URSS, luego de culminada la Segunda Guerra Mundial (1945), lo que se conoce como la Guerra Fría, que llevó al mundo al borde de la guerra atómica en ocasión de la crisis de los misiles en Cuba (1962).-
Nuestro país siempre destacó por la práctica invariable de esa política de no intervención, pacifista, bregando por la solución diplomática antes que saldarla en un enfrentamiento bélico. Por caso, la Doctrina Drago es uno de los ejemplos más preclaros al respecto; fue comunicada en diciembre de 1902 por el ministro de Relaciones Exteriores argentino, Luis María Drago, durante la segunda presidencia de Julio Argentino Roca, en ocasión que EE.UU. produjo un bloqueo naval contra Venezuela con el objetivo de cobrar una deuda externa de la nación latinoamericana. Esa doctrina jurídica establece que ningún Estado extranjero puede utilizar la fuerza contra una nación americana para el cobro de una deuda financiera, principio que ha trascendido y que permanece vigente en el curso de los tiempos.-
En 1936, otro argentino, el Dr. Carlos Saavedra Lamas, obtuvo el Premio Nobel de la Paz por haber inspirado el Pacto antibélico Saavedra.
Lamas, rubricado por 21 naciones, que se convirtió en un instrumento jurídico internacional. Es la primera presea conferida a un argentino en reconocimiento a su aporte para la humanidad, a lo que se sumó su lúcida intervención como mediador para poner fin a la Guerra del Chaco (1932-1935) que enfrentó a Bolivia y Paraguay por cuestiones limítrofes, con un saldo cercano a los 100.000 muertos entre los dos bandos.-
Tambien es de práctica que nuestro país contribuya con fuerzas armadas en tiempos de paz, siendo reconocida la presencia argentina en varios enclaves donde se suscitan conflictos (ej: en Haití).-
Lo dicho sirve para poner en valor la actitud tradicional de nuestro país ante contextos de beligerancia; práctica que sería aconsejable renovar en el actual escenario de Medio Oriente, sumándose a la postulación propuesta por Naciones Unidas, expresada por el Secretario General Antonio Guterres en la reunión de emergencia del Consejo de Seguridad, recordando a los Estados miembros que la Carta de la ONU prohíbe el uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado, al tiempo que condenó el ataque de Irán y advirtió contra una nueva escalada.- Optar por el camino de la diplomacia sería prudente y saludable, evitando involucrar a la Argentina en una disputa que le es exótica y que podría encaminar a consecuencias negativas (actos de terrorismo) que experiencias traumáticas ya padecidas sugieren evitar.-
*Abogado.