Leido 80 veces
*Por Ladislao Fermín Uzín Olleros
“Me hierve la sangre al observar tanto obstáculo, tantas dificultades que se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés por la Patria.” (Manuel Belgrano)
En recientes declaraciones a un periódico inglés, la economista, Diana Mondino, una de las referentes del espacio que preside Javier Milei, ha afirmado que, en caso de arribar a la presidencia, los derechos de los isleños serán respetados y reivindicó el principio de autodeterminación de los ocupantes de las islas, centrando el foco en que ni Argentina ni Gran Bretaña están en condiciones de explotar los recursos naturales, reduciendo la cuestión a una mera evaluación pecuniaria.
Es preocupante esa toma de posición en boca de quien ocuparía la cancillería en eventualidad de ser consagrado Milei a la primera magistratura, pero lo rescatable de tal dislate es que ya están anunciando qué harán en caso de triunfar en las inminentes elecciones; están avisando … Esos dichos en boca de una persona que desfila por los medios de alta propalación, es un insulto a la memoria de las 649 almas que descansan en el fondo del mar o en la turba de las islas, caídos en combate defendiendo la soberanía nacional; lo es también para con aquellos que regresaron, mutilados en cuerpo y espíritu, y que por ser subestimados, ignorados y hasta vilipendiados, decidieron poner fin a sus vidas a través del suicidio.
Insulta también a la gesta del gaucho Rivero (entrerriano, para más datos) que resistió ese acto vandálico hasta donde le fue posible y estuvo cerca de ser ejecutado luego de su captura. En lo que debió detenerse Mondino antes de vomitar tamaña ofensa, es que la ocupación de las islas por Gran Bretaña (1833) es la consecuencia de un acto de usurpación, de piratería, de apropiación por la fuerza de aquello que no les pertenece, lo cual deslegitima la ocupación desde el mismo momento en que tuvo origen.
Razones históricas, geográficas y jurídicas avalan los derechos argentinos sobre las islas; la Resolución 2065 de Naciones Unidas (1965) conminó a Gran Bretaña a buscar una solución pacífica sobre la disputa de soberanía (gestión del canciller Miguel Angel Zavala Ortiz), enmarcada en las políticas de descolonización, y sin desmedro de oír a los isleños, resolución que nunca fue acatada por Gran Bretaña.
No sorprende la actitud de Mondino, es esa “casta” (término al que es tan afecto su jefe político) que en ocasión de las invasiones inglesas agasajaba por las noches en bandeja de plata al invasor mientras Santiago de Liniers organizaba milicias en la hermana provincia oriental que desalojarían al usurpador en la gesta de la Reconquista (agosto de 1806); casta que cuatro años más retribuiría con el fusilamiento de Liniers y luego pondría precio a la cabeza de Artigas, declarándolo traidor a la patria (1813) porque quería un país federal, con autonomías provinciales y la capital fuera de Buenos Aires.
Es la casta que con Sarratea intrigó a Ramírez y López luego de Cepeda para sublevarlos contra Artigas; la que con Rivadavia a la cabeza imaginó enjuiciar y fusilar a San Martín a su regreso de la epopeya libertadora; la que luego del triunfo de las armas en Juncal e Ituzaingó, aceptó firmar el armisticio en Rio de Janeiro en presencia del embajador inglés; la que siempre pensó un país con desdeño del nativo, el gaucho sólo servía para la primera línea de batalla en las luchas por la independencia y -años más tarde- enviado a los desolados fortines pampeanos, sin paga ni recursos, hambreado, a pelear contra el indio que amenazaba sus estancias.
Es la casta que cuando se enteró de la muerte de Güemes (héroe cuando las invasiones inglesas y luchador junto a sus gauchos en la frontera norte contra el poder realista) su necrológica fue “un cacique menos”. Es la casta que no toleró el orgullo del Paraguay, su progreso, que en 1811 rechazó someterse a Buenos Aires y se declaró independiente, desatando una guerra cruel que llevó a esa tierra hermana al borde del exterminio de su población masculina.
Es la casta que, por lo bajo y en reuniones que los agrupa, dice lamentarse que los ingleses no hubieran triunfado en aquellas invasiones a principios del siglo XIX, porque, de haber así sucedido, hoy estaríamos mejor, olvidando lo que hicieron en Egipto, en la India, en Hong Kong …
Es la casta que pernocta en el país para hacerse de sus riquezas que luego depositan en el extranjero “porque afuera es más confiable”.- Malvinas es causa nacional, irrenunciable e imprescriptible, tanto que así lo consagra la Constitucional Nacional (“La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del derecho internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino.” Disposiciones Transitorias) y la Constitución de Entre Ríos (artículo 34).
Si claudicamos a estos principios, podremos ser formalmente una república política y jurídicamente organizada, pero jamás seremos Nación, que es lo que nos identifica como hermanos de una misma tierra, porque es lo visceral. Estemos atentos.
*Abogado.
Los colonizadores de siempre
Leido 80 veces
*Por Ladislao Fermín Uzín Olleros
“Me hierve la sangre al observar tanto obstáculo, tantas dificultades que se vencerían rápidamente si hubiera un poco de interés por la Patria.” (Manuel Belgrano)
En recientes declaraciones a un periódico inglés, la economista, Diana Mondino, una de las referentes del espacio que preside Javier Milei, ha afirmado que, en caso de arribar a la presidencia, los derechos de los isleños serán respetados y reivindicó el principio de autodeterminación de los ocupantes de las islas, centrando el foco en que ni Argentina ni Gran Bretaña están en condiciones de explotar los recursos naturales, reduciendo la cuestión a una mera evaluación pecuniaria.
Es preocupante esa toma de posición en boca de quien ocuparía la cancillería en eventualidad de ser consagrado Milei a la primera magistratura, pero lo rescatable de tal dislate es que ya están anunciando qué harán en caso de triunfar en las inminentes elecciones; están avisando … Esos dichos en boca de una persona que desfila por los medios de alta propalación, es un insulto a la memoria de las 649 almas que descansan en el fondo del mar o en la turba de las islas, caídos en combate defendiendo la soberanía nacional; lo es también para con aquellos que regresaron, mutilados en cuerpo y espíritu, y que por ser subestimados, ignorados y hasta vilipendiados, decidieron poner fin a sus vidas a través del suicidio.
Insulta también a la gesta del gaucho Rivero (entrerriano, para más datos) que resistió ese acto vandálico hasta donde le fue posible y estuvo cerca de ser ejecutado luego de su captura. En lo que debió detenerse Mondino antes de vomitar tamaña ofensa, es que la ocupación de las islas por Gran Bretaña (1833) es la consecuencia de un acto de usurpación, de piratería, de apropiación por la fuerza de aquello que no les pertenece, lo cual deslegitima la ocupación desde el mismo momento en que tuvo origen.
Razones históricas, geográficas y jurídicas avalan los derechos argentinos sobre las islas; la Resolución 2065 de Naciones Unidas (1965) conminó a Gran Bretaña a buscar una solución pacífica sobre la disputa de soberanía (gestión del canciller Miguel Angel Zavala Ortiz), enmarcada en las políticas de descolonización, y sin desmedro de oír a los isleños, resolución que nunca fue acatada por Gran Bretaña.
No sorprende la actitud de Mondino, es esa “casta” (término al que es tan afecto su jefe político) que en ocasión de las invasiones inglesas agasajaba por las noches en bandeja de plata al invasor mientras Santiago de Liniers organizaba milicias en la hermana provincia oriental que desalojarían al usurpador en la gesta de la Reconquista (agosto de 1806); casta que cuatro años más retribuiría con el fusilamiento de Liniers y luego pondría precio a la cabeza de Artigas, declarándolo traidor a la patria (1813) porque quería un país federal, con autonomías provinciales y la capital fuera de Buenos Aires.
Es la casta que con Sarratea intrigó a Ramírez y López luego de Cepeda para sublevarlos contra Artigas; la que con Rivadavia a la cabeza imaginó enjuiciar y fusilar a San Martín a su regreso de la epopeya libertadora; la que luego del triunfo de las armas en Juncal e Ituzaingó, aceptó firmar el armisticio en Rio de Janeiro en presencia del embajador inglés; la que siempre pensó un país con desdeño del nativo, el gaucho sólo servía para la primera línea de batalla en las luchas por la independencia y -años más tarde- enviado a los desolados fortines pampeanos, sin paga ni recursos, hambreado, a pelear contra el indio que amenazaba sus estancias.
Es la casta que cuando se enteró de la muerte de Güemes (héroe cuando las invasiones inglesas y luchador junto a sus gauchos en la frontera norte contra el poder realista) su necrológica fue “un cacique menos”. Es la casta que no toleró el orgullo del Paraguay, su progreso, que en 1811 rechazó someterse a Buenos Aires y se declaró independiente, desatando una guerra cruel que llevó a esa tierra hermana al borde del exterminio de su población masculina.
Es la casta que, por lo bajo y en reuniones que los agrupa, dice lamentarse que los ingleses no hubieran triunfado en aquellas invasiones a principios del siglo XIX, porque, de haber así sucedido, hoy estaríamos mejor, olvidando lo que hicieron en Egipto, en la India, en Hong Kong …
Es la casta que pernocta en el país para hacerse de sus riquezas que luego depositan en el extranjero “porque afuera es más confiable”.- Malvinas es causa nacional, irrenunciable e imprescriptible, tanto que así lo consagra la Constitucional Nacional (“La Nación Argentina ratifica su legítima e imprescriptible soberanía sobre las Islas Malvinas, Georgias del Sur y Sandwich del Sur y los espacios marítimos e insulares correspondientes, por ser parte integrante del territorio nacional. La recuperación de dichos territorios y el ejercicio pleno de la soberanía, respetando el modo de vida de sus habitantes, y conforme a los principios del derecho internacional, constituyen un objetivo permanente e irrenunciable del pueblo argentino.” Disposiciones Transitorias) y la Constitución de Entre Ríos (artículo 34).
Si claudicamos a estos principios, podremos ser formalmente una república política y jurídicamente organizada, pero jamás seremos Nación, que es lo que nos identifica como hermanos de una misma tierra, porque es lo visceral. Estemos atentos.
*Abogado.