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*Por Ladislao Fermín Uzín Olleros
Celebro que mi comprovinciano Tirso Fiorotto haya puesto el tema sobre el tapete de la mesa (“Análisis”, 12 de febrero de 2023), con especial mención al Prof. Juan Vilar, inquieto buceador de nuestra historia, de quien me enorgullezco de haber sido uno de sus alumnos durante mi paso por la escuela secundaria.-
Desde antaño sostengo que la mención de ser Argentina un país federal, estampado en el artículo 1° de nuestra Constitución, es una mera manifestación literal, inexistente en la práctica.-
Tarifas diferenciales a favor de la Ciudad de Buenos Aires (CABA), en el transporte público, en los costos de combustibles y energía (gas, electricidad), son algunos de los ejemplos tangibles que así lo confirman; es un despropósito que Entre Ríos, generadora de electricidad en las turbinas de Salto Grande, facture a los entrerrianos un costo 3, 4 veces mayor que lo que paga el consumidor de Buenos Aires.-
El centralismo porteño no es una novedad de las últimas décadas, son más de dos siglos de avasallamiento a las provincias en esas asimetrías impuestas por el poder central. La Primera Junta de mayo de 1810 postuló la concentración del poder político, económico y militar en esa Gran Aldea, lo que implicó tempranamente el desmembramiento de nuestros territorios y el comienzo de la erosión de lo que pudo ser la soñada Patria Grande; Paraguay ya en 1811 resolvió no someterse a esa autoridad central, separándose y administrándose en forma independiente. El mapa de Artigas (primer visionario de esa frustrada unión), comprendía ese territorio, la Banda Oriental, incluido algún territorio del sur del Brasil, y los territorios nacionales, lo que se conociera como las Provincias Unidas. Las instrucciones dadas a los
representantes de la Banda Oriental para la Asamblea del Año XIII (Congreso de Tres Cruces, celebrado en la quinta de Cavia, Montevideo, abril de 1813) comprendían –entre otros mandatos- la declaración de la independencia del Reino de España y de todo poder extranjero (luego concretado en el Congreso del Arroyo de la China –hoy Concepción del Uruguay- junio de 1815), el principio de igualdad, libertad civil y religiosa, respeto a las autonomías provinciales, el poder central estaría limitado a los asuntos de interés general, desechándose la monarquía como forma de gobierno, conformando una república bajo la forma de una confederación con tres poderes independientes, supresión de aduanas interiores, que la capital residiera fuera de Buenos Aires. Esto irritó a los porteños, denegándose la participación a los representantes de la Banda Oriental en la Asamblea del Año XIII, declarando traidor a Artigas y poniendo precio a su cabeza, generando el comienzo de los enfrentamientos entre unitarios y federales, consagrando al caudillo oriental como el Protector de los Pueblos Libres.-
El 22 de febrero de 1814 tuvo lugar el Combate del Espinillo (piedra fundacional del federalismo) a unos cinco leguas de la ciudad de Paraná, donde las tropas gauchas, leales a Artigas, comandadas por Hereñú, Otorgués, Basualdo y Sola, derrotaron a las tropas del Directorio, a cuyo frente se encontraban Hilarión de la Quintana y el Barón de Holmberg (militar prusiano contratado por Buenos Aires, arribado a Buenos Aires en 1812 en la fragata “George Canning”, en la que también viajaban San Martín, Alvear y Zapiola). Los jefes federales perdonaron la vida a los comandantes enemigos, permitiéndoles regresar vivos.-
Pretendió también Buenos Aires que San Martín bajara con sus tropas desde Mendoza para apoyar al gobierno en las luchas emprendidas contra los caudillos federales, a lo cual el Gran Capitán se negó (la “desobediencia genial”) continuando con su campaña libertadora que concretaría con las independencias de Chile y Perú. Culminada la gesta, regresando a Buenos Aires, transitando por la provincia de Santa Fe, fue advertido que al llegar al puerto era muy probable que se lo enjuiciara y fusilara por aquella insubordinación, determinación que tendría origen en don Bernardino Rivadavia, por entonces prominente político con poderes supremos.-
La reforma constitucional de 1860, incorporó a Buenos Aires a la Confederación, implicando ello el traslado de la capital, por entonces asentada en Paraná; y el manejo de los recursos que proporcionaban el puerto y la aduana, configurándose un nuevo avasallamiento a lo que, desdeñosamente, se llama “el interior”.-
La claudicación en Pavón (seguida del pase a degüello de más de trescientos federales en Cañada de Gómez, noviembre de 1861, conducta muy distinta a la observada luego del Espinillo), asestó otro
golpe a la idea de un país federal, y a ello le siguió el brutal asesinato del “Chacho” Peñaloza (noviembre de 1863) por tropas del ejército nacional, quienes, luego de degollarlo, exhibieron “para escarmiento” su cabeza ensartada en una pica de lanza; su mujer, Victoria Romero, fue humillada, obligándola a barrer la plaza de la ciudad de San Juan, engrillada, muriendo en 1889 en una pobreza extrema. Jamás toleraría Buenos Aires que alguien se alzara contra sus privilegios.-
Lo cierto y tangible es que Buenos Aires debe su prosperidad a la postergación de las provincias; en una suerte de analogía con Europa, cuya riqueza y ostentación, es producto del colonialismo y la explotación en América, África y Asia.-
Revertir la tendencia de más de dos siglos puede parecer una utopía pero mientras no se modifique este estado de cosas, un país federal es inviable. En ocasión de una convocatoria multidisciplinaria a la que fui invitado tiempo atrás, manifesté que los senadores nacionales deben cumplir con el rol que les tiene asignado la Constitución: la representación y defensa de los intereses provinciales, sin sumisión alguna al poder central en cuanto implique afectar a las autonomías provinciales.-
Debe concretarse una profunda, sustancial, reforma del sistema impositivo y su distribución, el actual conspira contra la disponibilidad de los recursos con los que deben contar las provincias para su sostén y crecimiento. Las retenciones a las importaciones no integran el sistema de coparticipación, son resorte exclusivo de disponibilidad discrecional del gobierno central. Las provincias integrantes de la Región Centro (Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos) perciben menos de un cuarto de lo que aportan por tal concepto a las arcas del tesoro nacional.-
El mapa demográfico del país exhibe otro déficit que demanda un rediseño de la distribución de la población en un territorio cercano a los 2.800.000 kms.2 de superficie continental; la provincia de Buenos Aires (alrededor de 307.000 kms.2) concentra más de 53 habitantes por km.2.; Santa Cruz (algo más de 243.000 kms.2), no llega a una densidad de 1,4 habitantes por km.2.- Un país con una extensión de casi 5.200 kms. desde La Quiaca a Ushuaia, más de 1.200 kms. desde el Plata a la cordillera, es magro en conectividad ferroviaria; todas las conexiones aéreas tienen epicentro en Aeroparque y Ezeiza con algunas excepciones en Rosario y Córdoba; provincia de Buenos Aires y C.A.B.A. juntas superan los 20 millones sobre un total de algo más de 44 millones de habitantes para todo el país. Sin políticas de fomento y estímulos para radicarse en “el interior”, difícilmente se reviertan estos contrastes.-
Entre Ríos –cuna del federalismo- es una provincia favorecida por su estratégica posición demográfica, con ríos que serían la envidia de más de un país europeo; capacidades productivas en agro,
ganadería, citricultura, avicultura, forestación, generación energética y potencialidades para el desarrollo industrial; empero estas capacidades está sensiblemente atrasada cuando podría estar colocada varios escalones más arriba de lo que actualmente está. La dependencia del poder central conspira contra esas posibilidades reales de progreso y bienestar de su población.-
No se trata de promover una secesión, es necesario revisar el contrato político y social, haciendo efectivo el declamado postulado federalista consignado en la Constitución; de lo contrario, el escepticismo que hoy anida, continuará postergando a las provincias, sepultando los ideales y consignas de quienes las soñaron grandes y prósperas.-
*Abogado
Argentina, ¿ país federal ‘?
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*Por Ladislao Fermín Uzín Olleros