El radicalimo debe liderar con visión federal y vocación popular

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*Por Pedro Galimberti

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Este 30 de octubre se cumplen 39 años de un hito para la historia del radicalismo y del país. Ese día triunfó la democracia con los valores que Raúl Alfonsín supo recitar, como un rezo laico, predicando el preámbulo de la Constitución Nacional.

Ese hecho fue el resultado de un largo y complejo proceso donde se impuso la visión de un hombre, aferrado a sus ideas, que propuso a los argentinos construir «denominadores comunes», puentes que nos unan por sobre las grietas y diferencias.

Con el transcurrir de los años, mucho más luego de su muerte, la estatura de Alfonsín, como estadista, se agiganta. Su gobierno tuvo matices y enormes dificultades en sostener para institucionalidad y en materia económica, pero su legado para el presente y futuro de los argentinos fue mucho más importante.

En la coyuntura Alfonsín no pudo ser ni fue suficientemente valorado. Incluso fue incomprendido cuando, con hidalguía, anticipó la entrega de su gobierno para garantizar la institucionalidad y la continuidad democrática.

Como consecuencia del exitismo propio de nuestra sociedad la UCR pagó caro la salida del poder y, como resultado de factores internos y externos, el radicalismo dejó de ser protagonista en la escena política argentina durante muchos años.

Sobrevino luego una etapa de subsistencia y, en ella, la pugna entre distintas expresiones del radicalismo, con diferentes visiones sobre los procesos sociales, políticos, económicos y culturales de la Nación. Mantuvo siempre, no obstante, su poderío territorial y carácter federal.

La conformación de Cambiemos, en 2015, reposicionó al radicalismo en el escenario y, durante estos últimos siete años, hombres y mujeres de nuestro partido se convirtieron en protagonistas de los procesos de cambio y le devolvieron a la Unión Cívica Radical la fuerza para volver a estar en la consideración de los argentinos.

Alfonsín nos legó la democracia para siempre pero, además, un método, que se sustenta en el diálogo, a partir del cual podemos construir, como él decía, esos «denominadores comunes». Preguntarnos por cuáles serían hoy esos denominadores es un ejercicio interesante para delinear un programa partidario, del frente del que somos parte y, sobre todo, para construir con los argentinos la agenda de un país diferente.

Los argentinos necesitamos esos «denominadores comunes», como en otro momento fue la democracia, y desde el radicalismo debemos construirlos, con un liderazgo nacional, que tenga vocación popular y una visión federal.

Esa tarea es necesaria y urgente, no ya por la supervivencia del partido o en defensa de la democracia, sino porque el país y la República están en peligro ante la avanzada del populismo.

En lo programático los radicales tenemos hoy desafíos similares a los que tuvo Alfonsín en 1983. Es una nueva responsabilidad histórica e irrenunciable que debemos asumir con el presente, con el futuro y en todo el país.

Estamos preparados para eso y sabemos hacerlo como nos enseñó Alfonsín.

*Ex Intendente de Chajarí, actual Diputado Nacional y precandidato a Gobernador de Juntos Entre Ríos Cambia.