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Este miércoles continuaron las audiencias por el vaciamiento de la empresa Waigel, de Crespo. En el salón de la Cámara Federal de Apelaciones, la jueza Lilia Carnero escuchó a testigos importantes en la causa.
Causa Waigel.
Lo más relevante tuvo que ver con lo que contaron cinco ex trabajadores de la hormigonera Hormiwai, propiedad de la familia Waigel, ubicada en el Parque Industrial de Crespo. Todos coincidieron en varios puntos en los que insistieron tanto Fiscalía como querella. Pasaron por el salón judicial Sergio Ariel Klippan, Ricardo Fabián Ferster, Aníbal José Moreyra, Gabriel Fabián Sterzer y Roberto Alcides Brauer.
La teoría de la acusación es que la hormigonera fue el centro de una simulación de traspaso, a través de un fideicomiso, de Artemio Waigel a Vicente Mendoza. De ese modo, todas las ganancias posteriores a la realización de dicho fideicomiso, figuraban a nombre de Mendoza y de ese modo Artemio Waigel evitaba que los más de 1.000 acreedores pudieran cobrar la deuda.
Los testigos ratificaron que en un principio la hormigonera era de Artemio y Fermín Waigel. Pero en un momento ellos se dividieron y todo quedó a cargo de Artemio. Fue allí donde empezó la debacle que derivó en el despido indirecto y renuncia de los trabajadores ya que no cobraban sus sueldos y aguinaldos. Todo esto a pesar de que tanto Artemio como Miguel Waigel andaban en la empresa con vehículos de alta gama al menos “una vez por semana”, según dijeron los propios testigos.
Todos identificaron a Leandro Ripari como encargado de la hormigonera, pero negaron conocer a Mendoza, quien debió haber sido el administrador de la empresa una vez que dejó de ser Hormiwai y pasó a ser Cementos del Paraná. De hecho, cuatro de los testigos dijo que los recibos de sueldo siempre consignaron a Waigel y Compañía como patrones que liquidaban el salario y nunca a Cementos del Paraná. El restante, no recordó que decían los recibos. “El recibo que me entregaban cuando me pagaban decía Miguel Waigel”, expresó uno de los trabajadores ante la jueza.
También negaron haber conocido algún alquiler del inmueble o traspaso a otra empresa: “No escuché nunca hablar de Cementos del Paraná”, expresó otro de los testigos.
“En todo el tiempo que trabajé en la empresa, nunca escuché que se haya alquilado o cambiado el nombre”, confirmó otro de los exempleados que compareció este miércoles. Se trata de Moreira, quien trabajó entre 2004 y 2008 en la hormigonera.
Ferster aseguró: “Yo me fui en 2008, me di por despedido porque no cobraba y trabajé unos 5 años, desde el 2003 más o menos. Trabajé en la planta de hormigón. Había más de una planta. Era chofer. Todos estábamos en esa situación, no cobramos dos meses y el aguinaldo”.
Sterzer amplió lo expresado por sus excompañeros de trabajo y puntualizó que los problemas en el pago de los salarios aparecieron cuando Artemio y Fermín Waigel se separaron en la administración y la hormigonera quedó a cargo de Artemio.
Por último, el fiscal José Candioti le recordó al testigo Brauer lo que había declarado allá por 2012 durante el proceso. El testigo no recordaba que había consignado que, si bien había escuchado algo respecto a Cementos del Paraná, continuó trabajando y cobrando a nombre de Waigel. El testigo finalizó diciendo: “Traté de borrar todo esto porque les aclaro que no me hizo para nada bien. Estuve como tres años sin trabajo”.
Escribanos que intervinieron en el proceso
En primer lugar, declaró el escribano oriundo de Cerrito, Carlos Adrián De Angeli. El profesional intervino certificando una contraventa respecto a una serie de inmuebles que originalmente eran de la empresa Waigel. De Angeli es actualmente el presidente del Colegio de Escribanos.
“Fue una escritura de 6 o 7 inmuebles, además de un lote de terreno por separado. Fui contratado por Campos y Vargas, quienes compraban los inmuebles a Goró y Milesi”, expresó ante la jueza luego de una pregunta de la querella.
Respecto al pago de la transacción, el escribano se remitió al acta certificada y aseguró: “Si ahí se aseguró que las partes expresaron que el pago se realizó antes, yo certifiqué que las partes aseguraron que el pago se realizó antes”.
“En esa época no teníamos obligación de requerir el origen de los fondos. Hoy con los cambios normativos debemos hacerlo cuando se supera el monton, pero en el 2009 no hacía falta”, respondió el escribano ante una pregunta de la querella.
El escribano explicó que por la cantidad de trabajos que realizó y por la cotidianidad del acto, la certificación que le solicitaron no le llamó la atención: “Es muy común que haya transacciones de varios inmuebles, no me llamó la atención en ese momento”.
“Las escrituras se firmaron en 2008 o 2009”, aseveró De Angeli. En reiteradas ocasiones el profesional aclaró que los Waigel fueron clientes circunstanciales y no permanentes de su escribanía: “Podrían hacer una auditoría, tengo todo registrado desde el año 2000. Sólo encontrarán estos actos vinculados a la familia Waigel”.
El escribano participó en un distrato que disolvió una acción vinculada a la causa. “Yo participé, pero no recuerdo las partes. La regla es que quien requiere la intervención del escribano es quien paga los honorarios”.
Ante la consulta del fiscal José Candioti, quien le recordó una declaración propia del escribano en sede judicial en 2013, donde el escribano aseguró que los honorarios habían sido pagados por Miguel Artemio Waigel, el profesional respondió: “No recuerdo por qué pagaría Miguel Waigel el distrato. La empresa Waigel era la propietaria anterior de los inmuebles”.
El escribano fue demandado civilmente por presunta colaboración en la maniobra de fraude: “Me demandaron porque presuntamente facilité el desapoderamiento de bienes y egreso del patrimonio de Waigel. Pero no sé como está el estado de esa causa, porque la vez que me convocaron a la Justicia provincial declaré sólo como testigo”. En esa línea, lamentó: “Es algo que me afectó profesionalmente”.
También intervino en la certificación de algunas firmas de la familia Waigel: “No se si era para la familia o para la empresa. Tampoco recuerdo que inmueble era”. Las firmas eran de varios de los integrantes de la familia Waigel y otros imputados en la causa. La misma fue en agosto del 2009.
Le marcaron una contradicción del imputado Mendoza ya que el señaló que el acta de constatación de firmas se celebró “a la tardecita en Hasenkamp”. “Si el acta dice que se firmó en Paraná, fue porque se firmó en Paraná”, aseveró el escribano.
Tras la intervención de De Angeli, declaró la escribana Ivana Rosalía Margarita Ladner: “Autoricé una única escritura en el 2009, la firmada por Artemio Waigel. Era un fideicomiso de administración de inmuebles. El me abonó los honorarios. La escritura de este fideicomiso la redacté yo”. La testigo fue la escribana que suscribió el fideicomiso por el cual Artemio Waigel habría simulado el traspaso de Hormiwai a Mendoza.
Le consultaron sobre la procedencia de los bienes que fueron incluidos en el fideicomiso: “No sólo se hizo la constitución, sino que también las transferencias de los inmuebles. Yo pedí el certificado de todos los inmuebles para que estén librados de todos gravámenes. Los titulares eran todos de la sociedad El Legado S.R.L. La mayoría como aportes de Artemio Waigel”.
Ante la consulta sobre el titular del fideicomiso, Jorge Guillermo Waigandt, aseguró que estuvo presente en la firma del acta constitutiva pero que desconoce cuándo y por qué dejó de ser titular del fideicomiso con posterioridad: “Yo no intervine más”.
“No realicé ninguna escritura pública para Cementos del Paraná. Si pude haber realizado alguna certificación de firmas. En este caso las hice en mi oficina, siempre se hace en mi oficina. Yo no intervine en la elaboración del contrato, sino que sólo certifiqué la firma. Yo no llevaba las certificaciones de firma a ningún lado”.
Le preguntaron por declaraciones de su empleada que dijo que siempre llevaba los libros a Waigel: “No sé porque habrá dicho eso”.
(Fuente: Análisis)
Caso Waigel: declararon ex trabajadores y escribanos
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Este miércoles continuaron las audiencias por el vaciamiento de la empresa Waigel, de Crespo. En el salón de la Cámara Federal de Apelaciones, la jueza Lilia Carnero escuchó a testigos importantes en la causa.
Causa Waigel.
Lo más relevante tuvo que ver con lo que contaron cinco ex trabajadores de la hormigonera Hormiwai, propiedad de la familia Waigel, ubicada en el Parque Industrial de Crespo. Todos coincidieron en varios puntos en los que insistieron tanto Fiscalía como querella. Pasaron por el salón judicial Sergio Ariel Klippan, Ricardo Fabián Ferster, Aníbal José Moreyra, Gabriel Fabián Sterzer y Roberto Alcides Brauer.
La teoría de la acusación es que la hormigonera fue el centro de una simulación de traspaso, a través de un fideicomiso, de Artemio Waigel a Vicente Mendoza. De ese modo, todas las ganancias posteriores a la realización de dicho fideicomiso, figuraban a nombre de Mendoza y de ese modo Artemio Waigel evitaba que los más de 1.000 acreedores pudieran cobrar la deuda.
Los testigos ratificaron que en un principio la hormigonera era de Artemio y Fermín Waigel. Pero en un momento ellos se dividieron y todo quedó a cargo de Artemio. Fue allí donde empezó la debacle que derivó en el despido indirecto y renuncia de los trabajadores ya que no cobraban sus sueldos y aguinaldos. Todo esto a pesar de que tanto Artemio como Miguel Waigel andaban en la empresa con vehículos de alta gama al menos “una vez por semana”, según dijeron los propios testigos.
Todos identificaron a Leandro Ripari como encargado de la hormigonera, pero negaron conocer a Mendoza, quien debió haber sido el administrador de la empresa una vez que dejó de ser Hormiwai y pasó a ser Cementos del Paraná. De hecho, cuatro de los testigos dijo que los recibos de sueldo siempre consignaron a Waigel y Compañía como patrones que liquidaban el salario y nunca a Cementos del Paraná. El restante, no recordó que decían los recibos. “El recibo que me entregaban cuando me pagaban decía Miguel Waigel”, expresó uno de los trabajadores ante la jueza.
También negaron haber conocido algún alquiler del inmueble o traspaso a otra empresa: “No escuché nunca hablar de Cementos del Paraná”, expresó otro de los testigos.
“En todo el tiempo que trabajé en la empresa, nunca escuché que se haya alquilado o cambiado el nombre”, confirmó otro de los exempleados que compareció este miércoles. Se trata de Moreira, quien trabajó entre 2004 y 2008 en la hormigonera.
Ferster aseguró: “Yo me fui en 2008, me di por despedido porque no cobraba y trabajé unos 5 años, desde el 2003 más o menos. Trabajé en la planta de hormigón. Había más de una planta. Era chofer. Todos estábamos en esa situación, no cobramos dos meses y el aguinaldo”.
Sterzer amplió lo expresado por sus excompañeros de trabajo y puntualizó que los problemas en el pago de los salarios aparecieron cuando Artemio y Fermín Waigel se separaron en la administración y la hormigonera quedó a cargo de Artemio.
Por último, el fiscal José Candioti le recordó al testigo Brauer lo que había declarado allá por 2012 durante el proceso. El testigo no recordaba que había consignado que, si bien había escuchado algo respecto a Cementos del Paraná, continuó trabajando y cobrando a nombre de Waigel. El testigo finalizó diciendo: “Traté de borrar todo esto porque les aclaro que no me hizo para nada bien. Estuve como tres años sin trabajo”.
Escribanos que intervinieron en el proceso
En primer lugar, declaró el escribano oriundo de Cerrito, Carlos Adrián De Angeli. El profesional intervino certificando una contraventa respecto a una serie de inmuebles que originalmente eran de la empresa Waigel. De Angeli es actualmente el presidente del Colegio de Escribanos.
“Fue una escritura de 6 o 7 inmuebles, además de un lote de terreno por separado. Fui contratado por Campos y Vargas, quienes compraban los inmuebles a Goró y Milesi”, expresó ante la jueza luego de una pregunta de la querella.
Respecto al pago de la transacción, el escribano se remitió al acta certificada y aseguró: “Si ahí se aseguró que las partes expresaron que el pago se realizó antes, yo certifiqué que las partes aseguraron que el pago se realizó antes”.
“En esa época no teníamos obligación de requerir el origen de los fondos. Hoy con los cambios normativos debemos hacerlo cuando se supera el monton, pero en el 2009 no hacía falta”, respondió el escribano ante una pregunta de la querella.
El escribano explicó que por la cantidad de trabajos que realizó y por la cotidianidad del acto, la certificación que le solicitaron no le llamó la atención: “Es muy común que haya transacciones de varios inmuebles, no me llamó la atención en ese momento”.
“Las escrituras se firmaron en 2008 o 2009”, aseveró De Angeli. En reiteradas ocasiones el profesional aclaró que los Waigel fueron clientes circunstanciales y no permanentes de su escribanía: “Podrían hacer una auditoría, tengo todo registrado desde el año 2000. Sólo encontrarán estos actos vinculados a la familia Waigel”.
El escribano participó en un distrato que disolvió una acción vinculada a la causa. “Yo participé, pero no recuerdo las partes. La regla es que quien requiere la intervención del escribano es quien paga los honorarios”.
Ante la consulta del fiscal José Candioti, quien le recordó una declaración propia del escribano en sede judicial en 2013, donde el escribano aseguró que los honorarios habían sido pagados por Miguel Artemio Waigel, el profesional respondió: “No recuerdo por qué pagaría Miguel Waigel el distrato. La empresa Waigel era la propietaria anterior de los inmuebles”.
El escribano fue demandado civilmente por presunta colaboración en la maniobra de fraude: “Me demandaron porque presuntamente facilité el desapoderamiento de bienes y egreso del patrimonio de Waigel. Pero no sé como está el estado de esa causa, porque la vez que me convocaron a la Justicia provincial declaré sólo como testigo”. En esa línea, lamentó: “Es algo que me afectó profesionalmente”.
También intervino en la certificación de algunas firmas de la familia Waigel: “No se si era para la familia o para la empresa. Tampoco recuerdo que inmueble era”. Las firmas eran de varios de los integrantes de la familia Waigel y otros imputados en la causa. La misma fue en agosto del 2009.
Le marcaron una contradicción del imputado Mendoza ya que el señaló que el acta de constatación de firmas se celebró “a la tardecita en Hasenkamp”. “Si el acta dice que se firmó en Paraná, fue porque se firmó en Paraná”, aseveró el escribano.
Tras la intervención de De Angeli, declaró la escribana Ivana Rosalía Margarita Ladner: “Autoricé una única escritura en el 2009, la firmada por Artemio Waigel. Era un fideicomiso de administración de inmuebles. El me abonó los honorarios. La escritura de este fideicomiso la redacté yo”. La testigo fue la escribana que suscribió el fideicomiso por el cual Artemio Waigel habría simulado el traspaso de Hormiwai a Mendoza.
Le consultaron sobre la procedencia de los bienes que fueron incluidos en el fideicomiso: “No sólo se hizo la constitución, sino que también las transferencias de los inmuebles. Yo pedí el certificado de todos los inmuebles para que estén librados de todos gravámenes. Los titulares eran todos de la sociedad El Legado S.R.L. La mayoría como aportes de Artemio Waigel”.
Ante la consulta sobre el titular del fideicomiso, Jorge Guillermo Waigandt, aseguró que estuvo presente en la firma del acta constitutiva pero que desconoce cuándo y por qué dejó de ser titular del fideicomiso con posterioridad: “Yo no intervine más”.
“No realicé ninguna escritura pública para Cementos del Paraná. Si pude haber realizado alguna certificación de firmas. En este caso las hice en mi oficina, siempre se hace en mi oficina. Yo no intervine en la elaboración del contrato, sino que sólo certifiqué la firma. Yo no llevaba las certificaciones de firma a ningún lado”.
Le preguntaron por declaraciones de su empleada que dijo que siempre llevaba los libros a Waigel: “No sé porque habrá dicho eso”.
(Fuente: Análisis)