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*Por Gracia Jaroslavsky
Diputada Gracia Jaroslavsky.
El desquiciado tiempo que nos toca vivir, donde se mezcla el miedo y la incertidumbre de la sociedad con un Gobierno lleno de contradicciones, por decir lo menos, es el escenario de estas elecciones legislativas.
Miramos la tele y vemos un mundo de fantasía, un thriller que aterra.
Hoy leía al candidato liberal Javier Milei insultando al Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, con un lenguaje parecido al de la maestra kirchnerista agrediendo y amedrentando a alumnos de una escuela secundaria. Escuché al Presidente defenderla, al tiempo que su ministro de Educación condenaba el hecho.
Vi un grupo de inadaptados con armas y caretas amenazando de muerte a jueces y fiscales en defensa de su líder, el “Pata” Medina. Fotos y fotos de una fiesta de cumpleaños de la señora del Presidente mientras el resto de los argentinos estábamos encerrados.
Mientras tanto, en la otra Argentina, la que está agobiada por la inflación, dolida por la pobreza y de duelo por sus muertos, tiene que pensar en cómo seguir adelante y cómo salir de esta locura.
Es muy difícil ser racional y ecuánime en medio de un bombardeo desmesurado de escándalos e insensateces, mantener la calma, alejar la rabia que provoca tanto tiempo perdido.
Generaciones que perdieron la esperanza porque ya no tienen más tiempo por delante. Generaciones que no imaginan cómo construir un futuro en este país y se van. Niños y niñas que no se educan, y los que lo hacen solo tienen una educación pública cada vez más decadente y subvertida a intereses políticos propios de regímenes autoritarios.
Todo está teñido de fundamentalismo. No es el religioso, pero es el político que hace tanto daño como el otro, porque además se enmascara tras una retórica mentirosa.
Ese es el escenario de estas elecciones legislativas 2021, en las que si fuéramos un país normal, solo deberíamos pensar en lograr un Congreso Nacional equilibrado, plural que construya consensos políticos. Un Parlamento fuerte y autónomo.
Pero no podemos. Nunca podemos porque siempre hay un descalabro en ciernes.
El resultado de estas elecciones puede agravar de nuevo todo al extremo de que la oposición no tenga ni voz ni voto en el futuro inmediato.
Hace años ya que se viene perfilando el fin de una era y el comienzo de otra, y éste tiempo que nos toca atravesar es el del amanecer de esa era. El momento del día en que las luces del alba confunden todo alrededor, donde es difícil ver.
Es el momento de agudizar la percepción y el instinto, de dejar actuar libre la conciencia, despertar ese inconsciente colectivo que nos guíe hacia la luz plena del día después de atravesar el resplandor del alba.
*Diputada Provincial UCR)
Atravesando el alba
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*Por Gracia Jaroslavsky
Diputada Gracia Jaroslavsky.
El desquiciado tiempo que nos toca vivir, donde se mezcla el miedo y la incertidumbre de la sociedad con un Gobierno lleno de contradicciones, por decir lo menos, es el escenario de estas elecciones legislativas.
Miramos la tele y vemos un mundo de fantasía, un thriller que aterra.
Hoy leía al candidato liberal Javier Milei insultando al Jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, con un lenguaje parecido al de la maestra kirchnerista agrediendo y amedrentando a alumnos de una escuela secundaria. Escuché al Presidente defenderla, al tiempo que su ministro de Educación condenaba el hecho.
Vi un grupo de inadaptados con armas y caretas amenazando de muerte a jueces y fiscales en defensa de su líder, el “Pata” Medina. Fotos y fotos de una fiesta de cumpleaños de la señora del Presidente mientras el resto de los argentinos estábamos encerrados.
Mientras tanto, en la otra Argentina, la que está agobiada por la inflación, dolida por la pobreza y de duelo por sus muertos, tiene que pensar en cómo seguir adelante y cómo salir de esta locura.
Es muy difícil ser racional y ecuánime en medio de un bombardeo desmesurado de escándalos e insensateces, mantener la calma, alejar la rabia que provoca tanto tiempo perdido.
Generaciones que perdieron la esperanza porque ya no tienen más tiempo por delante. Generaciones que no imaginan cómo construir un futuro en este país y se van. Niños y niñas que no se educan, y los que lo hacen solo tienen una educación pública cada vez más decadente y subvertida a intereses políticos propios de regímenes autoritarios.
Todo está teñido de fundamentalismo. No es el religioso, pero es el político que hace tanto daño como el otro, porque además se enmascara tras una retórica mentirosa.
Ese es el escenario de estas elecciones legislativas 2021, en las que si fuéramos un país normal, solo deberíamos pensar en lograr un Congreso Nacional equilibrado, plural que construya consensos políticos. Un Parlamento fuerte y autónomo.
Pero no podemos. Nunca podemos porque siempre hay un descalabro en ciernes.
El resultado de estas elecciones puede agravar de nuevo todo al extremo de que la oposición no tenga ni voz ni voto en el futuro inmediato.
Hace años ya que se viene perfilando el fin de una era y el comienzo de otra, y éste tiempo que nos toca atravesar es el del amanecer de esa era. El momento del día en que las luces del alba confunden todo alrededor, donde es difícil ver.
Es el momento de agudizar la percepción y el instinto, de dejar actuar libre la conciencia, despertar ese inconsciente colectivo que nos guíe hacia la luz plena del día después de atravesar el resplandor del alba.
*Diputada Provincial UCR)